En el desierto de Ladakh, en el Himalaya, a más de mil kilómetros de sus casas, un grupo de obreros indios arregla una de las carreteras más altas del mundo, una tarea dura pero bien pagada. Igual que muchos hombres de las regiones más pobres de India, estos 13 jóvenes del estado de Jharkhand (este) fueron contratados para trabajar cuatro meses en medio de las montañas rocosas y los vientos helados de esta región, la prolongación en India del Tíbet.
Instalados cerca del puerto de montaña de Chang La, a 5 360 metros de altitud, los obreros no están acostumbrados al frío intenso.
Pero cuando acabe la temporada podrán llevarse a su casa 40 000 rupias (520 euros) , una suma considerable para los obreros en India. “Vengo aquí para encontrar trabajo y ganar un poco de dinero”, explica Sushil Tutu, de 35 años. “Me gustan las obras en las carreteras (…) Me gustan en todas partes”.
Los obreros trabajan seis días por semana. El domingo lo dedican a lavar la ropa, a lavarse y a afeitarse.
Todo su trabajo lo hacen con las manos desnudas o con una pala. Para sacar la arena y las rocas usan sacos. A veces otros obreros de la región, junto a sus mujeres, trabajan con ellos. La carretera en la que trabajan permite a los turistas llegar al espectacular valle del Nubra y al lago Pangong. Pero las carreteras de Ladakh también tienen un interés estratégico porqué se trata de una región muy militarizada que une India, China y Pakistán.
Para muchos obreros, venir hasta Ladakh les permite ganarse la vida ya que en India la tasa de desempleo está a su nivel más alto desde hace cuatro décadas, según datos de la prensa. Cada mañana el grupo de obreros sube a un camión para llegar a su lugar de trabajo tras un desayuno a base de pan y té. Cuando se pone el sol vuelven a su humilde campamento y comen un plato de arroz con lentejas.
Las tiendas no tienen electricidad y los obreros utilizan calentadores para cocinar y hervir el agua. Pero no le importa. “Si puedo volveré a trabajar aquí” dice Sushil Tutu, de 35 años. Las migraciones de trabajo entre las diferentes regiones de India son corrientes.
Pero millones de migrantes trabajan en condiciones peligrosas, con poca o ninguna protección social, según la organización Aajeevika Bureau. “En casa no conseguimos ahorrar, comemos y bebemos y se acaba el dinero.
El trabajo está bien en Ladakh, me gusta la montaña. Sin embargo no me gusta el frío” , explica Rajshekhar, un obrero de 33 años.
FUENTE: EL COMERCIO