Al igual que en las películas malas, cuando ya sabes exactamente cómo van a terminar, la historia parece estar repitiéndose peligrosamente en un rincón de Medio Oriente.
Campamentos y centros de detención administrados por fuerzas kurdas que albergan decenas de miles de combatientes de Estado Islámico (EI) y sus dependientes son un hervidero de ira frustrada.
Este mes, animados por la incursión de Turquía en territorio sirio y exhortados por sus líderes fugitivos (incluyendo el ahora desaparecido Abu Bakr al Baghdadi), han amenazado con escapar de su confinamiento y vengarse tanto de sus captores como de Occidente, reconstituyendo la organización como lo hicieron en 2013.
Aunque no cabe duda de que las acciones turcas impulsaron la crisis -dicen que más de 100 prisioneros de EI (algunos reportes dicen que hasta 800) ya escaparon– lo cierto es que el problema es más profundo.
La culpa yace primordialmente con los gobiernos de Europa. Desde la derrota militar de EI a manos de la coalición liderada por Estados Unidos, el mundo ha tenido siete meses para resolver el problema de todos estos yihadistas vencidos y sus muchas veces fanáticos dependientes.
La mayoría son de Siria e Irak, pero estos dos países están atravesando períodos de convulsión y la reciente condena a muerte de yihadistas franceses por un tribunal iraquí ha frenado el traslado de más a este país.
La línea dura de combatientes de EI y sus dependientes vienen casi todos de fuera de la región, de Europa, norte de África, Egipto, Arabia Saudita, el Cáucaso y Asia Central.
Los recientes informes del campamento más grande, Al Hawl, en el noreste de Siria, describen una creciente toma de control por parte de EI dentro de sus muros que incluye castigos capitales propinados por mujeres yihadistas. Los menores son criados sin educación apropiada y, en algunos casos, sometidos a lavados de cerebro con ideología extrema y violenta.
«Las personas allí (dentro de los campamentos) son muy extremistas», dijo Michael Stephes, del centro de investigación en Londres Royal United Services Institute (RUSI).
«Si escapan o se les sigue permitiendo criar niños en estos campamentos, en 10 años el problema será severo».
Washington y sus aliados kurdos han estado presionando a Europa para que reciba a los más de 4.000 de sus ciudadanos que cruzaron inadvertidamente a través de sus fronteras hacia Siria durante el auge de EI.
Pero Europa no los quiere recibir. Su agencias de inteligencia advierten que muchos de los que sobrevivieron los últimos días de la resistencia de EI seguirán siendo extremistas peligrosos, brutalizados por las atrocidades que han visto y, en algunos casos, cometido.
Es imposible subestimar la importancia de «prisión injusta» en la psicología yihadista. Se remonta a los años 1960, cuando el islamista radical egipcio Sayyid Qutb fue apresado y ejecutado y sus escritos se convirtieron en la guía básica del pensamiento yihadista.
Fuente: BBC