Diversas son las preocupaciones del sector artístico en cuanto a la generación y aplicación de políticas culturales de fondo en Guayaquil. Una de ellas es la educación, un tema en el que seis gestores hacen hincapié cuando este Diario les consulta qué hace falta para ver un real despegue del arte y la cultura en el Puerto Principal.
Marina Salvarezza, Héctor Garzón, Pilar Estrada, David Orbea, Viviana Rodríguez y Alexis Villacís –cada uno desde sus áreas– coinciden en que el consumo de las artes y la cultura debe darse y forjarse desde la educación inicial. “En muchos países del mundo el acercamiento del niño con el arte es en su casa, en su escuela aprende, pero aquí esto es deficitario, no hay una buena preparación. Yo que he trabajado muchísimo en las escuelas veo que muchas veces el profesor de Literatura es el que da teatro, grave error; el profesor de Gimnasia el que da expresión corporal, gravísimo error… cuando uno tiene que acercarse al arte, tiene que acercarse con una preparación profunda y muy buena”, resalta Salvarezza.
Cuando hablaba con José Martínez Queirolo y Eduardo Solá, ellos me hablaban de una época en la que el teatro en Guayaquil se hacía desde el Teatro Olmedo, que ahora es un terreno vacío, ese teatro es la historia de la ciudad”. Marina Salvarezza, actriz y docente.
Otro punto en el que confluyen los exponentes de este encuentro es el retorno del arte al centro de la ciudad, y que este también se replique en sectores de la periferia. Mencionan que es importante recuperar la memoria patrimonial y transformarla en proyectos tangibles que generen nuevos públicos y nuevas formas comunicacionales para llegar a este.
Otra idea que enfatizan es el apoyo al trabajo entre los mismos artistas. “No es necesario hacer una campaña pública, solo es necesario crear conciencia entre nosotros, es proponernos entre los gestores culturales aupar al de al lado. Puedes decir ‘no es lo mío, pero anda a verlo y mira qué piensas tú, no es lo que a mí me gusta comer, pero anda prueba’… Yo ahorita creo que entre más apoyes al otro mejor te va a ir, entre más seamos más vamos a generar públicos”, dice Estrada.
‘No podemos tener futuro si no tenemos la memoria teatral’

Marina Salvarezza tiene 72 años y es actriz, directora teatral y docente en la materia de Arte Escénico en la Universidad Casa Grande.
Por más de 40 años la actriz italiana Marina Salvarezza ha desarrollado su vida artística en la ciudad. Guayaquil la acogió como una hija más y ella se siente como nacida en esta tierra que vio crecer a íconos teatrales como José Martínez Queirolo o Eduardo Solá Franco. Se aproxima el bicentenario, y desde su palestra plantea revivir una antigua gloria: el Teatro Olmedo.
“El Teatro Olmedo, que ahora es un terreno vacío, es la historia de Guayaquil. No hay ciudad en el mundo que no tenga un teatro importante en el centro”, cuenta la actriz, quien recuerda que trabajó muchísimo en el desaparecido Uniteatro Candilejas, “una sala maravillosa de 400 butacas, con una programación constante”.
Salvarezza refiere que es importante revivir la memoria, pues “no podemos tener futuro si no tenemos la memoria teatral” como base para nuevas propuestas, que –a su juicio– han tomado auge por la aplicación de formatos cortos, dando impulso a la industria teatral local. Sin embargo, dice que el teatro no debe quedarse en la “novelería del momento”.
«Tendríamos que considerar que es la novelería del momento, por lo tanto ahora hay mucho auge del microteatro, cosa más rápida, cosa más inmediata, pero al mismo tiempo hay siempre una producción que refleja un crecimiento, en consideración de esto quiero subrayar tal vez la cosa más importante de los últimos 40 años es el tomar conciencia de lo que es el teatro, que no es una cosa novelera, que hay que prepararse, y por allí va justamente la preparación, la preparación que se está dando a través de las universidades, tanto la Universidad Casa Grande, donde trabajo, como la Universidad de las Artes, son instituciones que están presentando proyecto a largo plazo, no inmediato… no se puede dar solamente el curso de teatro que dura dos meses, tres meses, no se puede dar una cosa corta porque la preparación artística requiere, al contrario de mucha y larga preparación, no se termina nunca», resalta la artista.
‘Hay que fortalecer las artes escénicas en sectores populares’

Héctor Garzón tiene 55 años y además de ser actor labora como docente en el IGAD. Es líder de la Asociación de Teatreros del Guayas.
Para Héctor Garzón es importante volcar el arte y las políticas culturales, además del centro de la ciudad, a los sectores más vulnerables de ella. El recordado Rosendo de Mis adorables entenados señala que las artes en general son el motor de escape para las personas de las zonas periféricas, y dice que el bicentenario es la ocasión perfecta para hacer hincapié en el trabajo en estos lugares.
“Desde nuestra propia cotidianidad debemos ir rescatando los elementos para relanzarlos a la ciudadanía y que esta se vea interesada por eso (arte) que hacemos y que le pertenece”, indica Garzón, quien reitera que la “ciudadanía debe de apoderarse de los procesos culturales ” para generar la diversificación de las artes.
Propone que para el bicentenario las autoridades podrían “buscar a esos grupos teatrales emblemáticos y repotenciarlos” para que repliquen sus conocimientos en las comunidades de las periferias como Monte Sinaí o Bastión. Dice que estos conocimientos deben ser continuos y formales para generar nuevos exponentes y públicos del teatro.
‘Rescatar la memoria es el primer paso para empezar a volver a mirarnos como ciudad’

Pilar Estrada tiene 37 años, es gestora cultural y ahora se desempeña como directora cultural de la Biblioteca de las Artes
Volver al centro es la apuesta base de la historiadora del arte y curadora Pilar Estrada para el bicentenario. Asegura que revitalizar la zona con la diversidad artística que tiene la ciudad es primordial para que el centro deje de ser solo un lugar de turismo y se convierta en un sitio para vivir y habitar el arte.
“Mirando al bicentenario creo que rescatar la memoria es el primer paso para empezar a volver a mirarnos como ciudad”, dice Estrada, quien explica que esta memoria no tiene que ser “romantizada”, sino una que “nos haga valorar a la ciudad de otra forma” a través de la recuperación de los espacios patrimoniales, poniéndolos al servicio de la comunidad en forma de arte. Señala que esta es ya una tarea en la que trabaja fuertemente la entidad para la cual labora.
En este sentido señala que se debe revisar la manera como se llega al espectador, porque “los públicos realmente no se adhieren a un sistema cultural, sino que son públicos, pájaros que pican aquí y allá”. “Yo creo que algo estamos haciendo mal los gestores culturales, porque por años estamos tratando de lograr llegar a ellos, y no le voy a echar solo la culpa solo a la educación. Algo no hemos descubierto para que los públicos se queden con nosotros ”.
De allí que menciona que las artes deben de enfatizarse desde la primera infancia, cuando el pequeño absorbe todo conocimiento.
Por otra parte considera que todos los gestores deben apoyarse, a pesar de que no sigan la misma línea artística. Apunta que entre más apoyo se de entre gestores, más público se van a crear.
‘La falta de interés en las artes visuales se debe a la educación’

David Orbea tiene 33 años es artista visual y hace dos años abrió Violenta, un espacio expositivo para difusores del arte contemporáneo.
Para el guayaquileño David Orbea, la educación en las expresiones artísticas es un punto neurálgico a tratar en este bicentenario. Considera que “la falta de interés, al menos en artes visuales, se debe mucho a la educación primaria, en donde no se les inculca esta mirada hacia estas prácticas”.
“Ahora existen institutos y universidades en las que sí se enseñan (artes visuales), pero es como que empezamos mal, primero debe ser por la educación primaria”, argumenta Orbea, quien con su colectivo Chivox (integrado por otros tres artistas) emprendió un espacio expositivo en el centro sur de la ciudad dedicado a creadores emergentes.
Considera que para el bicentenario “sería espectacular, así sea de parte del Gobierno o del Municipio”, que se lanzara “una campaña o un plan educacional en las artes en general ”. “Que sea un plan que empiece por la primaria. Yo estudié en el ITAE, pero en la primaria nunca tuve enseñanza en las artes, o cosas que te ayudan para que exista este interés” y que se creen públicos especializados.
‘Aquí hay para hacer ópera de largo, el terreno es virgen’

Viviana Rodríguez tiene 36 años, es soprano y en 2016, junto con su esposo, el cantante Carlos Hernández, creó la compañía de ópera Nápoli.
La creación de una escuela de canto especializada en ópera, un teatro adecuado para este género, así como “más apoyo de las personas y de los medios de comunicación” son las propuestas que la cantante guayaquileña Viviana Rodríguez sugiere para celebrar el bicentenario.
“Aquí (Guayaquil) hay para hacer ópera de largo, el terreno es virgen, esto puede seguir, simplemente se necesitaría más apoyo”, dice la soprano que con su joven compañía de ópera ha presentado en la ciudad obras como Don Pasquale (2016), La Traviata (2017), Elíxir de amor (2018) y Lucia di Lammermoor (2019) . Apunta que la ópera debe dejar de ser vista como un género musical elitista, y que la mejor manera para generar nuevos públicos es la difusión.
De allí que en sus producciones apuesta por la implementación de subtítulos en español. “Me quedé sorprendida porque fue la primera vez que lo hacíamos con subtítulos y la gente sabía ya de lo que se trataba la ópera, que eran situaciones que ocurren en la vida cotidiana”, dice la artista que quiere recordar la gesta libertadora con una obra cómica.
‘No sigo los procesos industriales, vuelvo a revalorizar la naturaleza’

Alexis Villacís tiene 26 años y luego de haber cocinado para grandes restaurantes extranjeros, volvió al Ecuador para fundar Alma Parrilla
Difundir e implementar una cocina sustentable en la ciudad es una de las metas que el chef guayaquileño Alexis Villacís se propuso cuando decidió regresar de Europa para montar su propio restaurante en la ciudadela Ferroviaria. El joven cocinero liga esta visión con el bicentenario del Puerto Principal, enfatizando que “la gastronomía es cultura e historia”.
“La alimentación siempre la veo desde el punto de vista histórico antes de empezar a cocinar”, apunta Villacís, quien agrega que en cada uno de sus platillos trata “de educar y darte una revalorización de lo que cocino” y de ser “lo más amigable con mi contexto (ambiente)”.
Considera que ya es momento de que quienes hacen cocina vean la posibilidad de hacer una gastronomía menos industrializada. “Yo no sigo los procesos industriales, vuelvo a revalorizar la naturaleza”, argumenta el chef, cuyas propuestas culinarias se preparan con ingredientes locales, y que a futuro espera cristalizar su propio huerto. Añade que regresar la gastronomía de autor al centro es una forma de celebrar el bicentenario.
Fuente: El Universo