La historia ya es lo suficientemente conocida: Mike Tyson avisó que tiene el deseo de volver a subir al ring a sus 53 años, en primera medida para realizar combates de exhibición, y desde entonces se ha puesto a entrenar en consecuencia.
Era lógico que por el propio peso de su nombre comenzaran a lloverle las ofertas, algunas para hacer precisamente esas exhibiciones, otras para poner a prueba si todavía puede enfrentar a un boxeador profesional y otras que lisa y llanamente son experimentos que quieren valerse de su figura.
En este último casillero se encuentra la última propuesta que tuvo Iron Mike, que tal vez es la más ridícula de todas. Llegó de parte del excampeón de peso pesado de UFC Andrei Arlovski y tiene por objetivo, precisamente, fusionar artes marciales mixtas y boxeo en un mismo combate.