“Biden mantiene su promesa de entregar más de 4.000 millones de dólares a América Central”.
El pasado 20 de febrero el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, cumplió sus primeros treinta días en el poder.
Muchas de sus políticas exteriores, tales como el retorno al Acuerdo de París o una mayor apertura a la recepción de personas refugiadas, han tenido una buena acogida en la comunidad internacional, y esto hace que sea importante revisar los primeros impactos de sus acciones para América Latina.
En el ámbito político, el gobierno estadounidense ha reiterado su reconocimiento a Juan Guaidó como presidente Interino de Venezuela, así como las fuertes críticas a Maduro. Mostrando la voluntad de revisar su estrategia frente a dicho país, expresando que no busca una injerencia directa sino la promoción de una transición democrática promovida en conjunto con aliados como el Grupo de Lima y la Unión Europea. También, se han permitido a empresas estadounidenses operaciones necesarias para el uso de puertos y aeropuertos de Venezuela, evidenciando el inicio de una revisión y focalización de sanciones, con el fin de no afectar económicamente a la población venezolana.
En cuanto a migrantes, principal preocupación de Trump, la nueva administración ha mostrado apertura a realizar cambios en materia de regularización. En efecto, además del abandono al proyecto de crear un muro fronterizo con México, el Ejecutivo ha pasado un proyecto de reforma migratoria al Congreso, del cual se proyecta una compleja aprobación; sin embargo, genera expectativas de mayor apertura a la migración ordenada. Asimismo, Biden se mantiene en su promesa de entregar más de 4.000 millones de dólares a América Central para aportar al desarrollo y así evitar la migración masiva. Esto acompañado de la suspensión de los acuerdos que obligaban a solicitar refugio en Guatemala, Honduras y El Salvador antes de solicitarlo en Estados Unidos.
Asimismo, a pesar de su demora en el reconocimiento al nuevo gobierno estadounidense, tanto Bolsonaro como López Obrador, han mostrado apertura a conversar con Washington. Sin embargo, se plantean temas sensibles como la presencia de potencias extrarregionales como China y Rusia, de las cuales el presidente Biden ha mencionado que podrían restar representando un peligroso potencial para la democracia a nivel global; así como la lucha contra la corrupción en la región.
En resumen, se evidencia un giro en cuanto a la creciente importancia que le ha dado la administración Biden a América Latina, incluso con medidas de poca popularidad en su país. Sin embargo, aún hay largo camino en la reconstrucción de una relación de confianza e intereses compartidos con la región.