El encargado de bodega entra al laboratorio en silencio. En sus manos lleva una caja. Dos policías lo escoltan. Apenas llegan a una mesa laminada abren el paquete y el sitio se llena de un olor similar al thinner. “Parece que sí es; así huele la cocaína”, dice un agente.
En la bolsa hay crema, shampoo, una funda de carbón y una barra de chocolate. Es jueves. Ese día, este Diario entró al laboratorio antidrogas de Pichincha, un pequeño cuarto, rodeado de reactivos químicos, tubos de ensayo, placas para muestras, balanza y una computadora.
Allá llega todo producto sospechoso que es decomisado en las agencias de correos o couriers de la provincia. El contenido es analizado y si da positivo para algún tipo de narcótico lo pesan y se embodega en un sitio que se encuentra custodiado por un agente y vigilado por cámaras.
El acceso es restringido. José Sánchez, el perito de la Policía, comienza su tarea. Se coloca guantes y toma pequeñas muestras del chocolate, del shampoo y del resto de productos hallados.
Las pone sobre placas y en tubos de ensayo. Coloca reactivo químico en cada muestra y automáticamente dejan ver un color blanquecino. “Es positivo para alcaloide, la droga está mezclada en los productos”, añade el investigador. Pesa 3,2 kilos. Criminalística dirá si es cocaína, heroína o pasta base.
El agente Freddy Calero actuó en esta incautación. Un mes antes, él también aprehendió un repuesto de auto en una agencia de courier, en el norte de Quito.
La pieza tenía como destino Noruega. En su interior estaban camufladas 11 790 dosis de cocaína. Calero recuerda que para extraer el narcótico tuvo que usar una maquina llamada mototrozadora, cuya sierra permite cortar metales.
Los uniformados que participan de estas incursiones saben que las organizaciones delictivas que intentan burlar las seguridades de los correos o de los couriers ocultan la droga principalmente en libros, flores, artesanías, repuestos de vehículos, dulces, rollos de hilos, maletas, shampoo y cremas.
También es común esconder el producto ilegal en estampillas, cuadros de pinturas, juguetes, flores, latas de atún, conservas, en costales de harina, café, en bananos y frutas. Incluso envían impregnado en hojas y carpetas.
Cada semana, hasta las oficinas de Antinarcóticos de Pichincha llegan hasta tres paquetes contaminados. En todos los casos, el perito realiza la prueba con el reactivo químico. Igual procedimiento se replica en las jefaturas antidrogas de cada provincia. Del 2015 al 17 de marzo pasado, a escala nacional, los agentes descubrieron 7,8 toneladas de alcaloides en empresas de envíos al exterior.
Los destinos frecuentes son Italia, España, Reino Unido, Estados Unidos, Austria, Noruega y Australia. El pasado 4 de marzo, Oswaldo Villegas y tres agentes antidrogas más se incautaron de dulces reportados en una agencia de correos, en el norte capitalino. En el interior de las envolturas encontraron 192 gramos de cocaína. La encomienda iba a Italia.
Desde el 2015 se han realizado 2 300 intervenciones en agencias públicas y privadas. Correos del Ecuador dice que hay cooperación con Antinarcóticos para inspeccionar las correspondencias.
Para ejecutar las operaciones, el personal recibe capacitaciones cada cuatro meses. Lo que aprenden se ejecuta en el laboratorio. Janeth Navarrete es una agente que trabaja allí.
El 3 de marzo, con su navaja abrió cinco maletas y halló droga que iba a Reino Unido.