Los forenses han trabajado en 221 cadáveres, de los cuales 159 de ellos han sido identificados con diferentes procesos; sin embargo, 62 restos y cuatro urnas con cenizas siguen sin ser identificados.
En el laboratorio de Medicina Legal, ubicado junto a la Policía Judicial, continúan tres de los cuatro contenedores con el resto de cuerpos que fueron apilados en estos recipientes que durante el pico de la pandemia se instalaron afuera del hospital del Guasmo, del Teodoro Maldonado Carbo y de Los Ceibos. Están bajo custodia de la Policía Nacional, y con número de serie
El año pasado, en el tiempo más crítico de la pandemia, cuando los cadáveres de víctimas del COVID-19 se apilaban en contenedores dispuestos para ese fin, un mal manejo de esos restos hizo que algunos se perdieran y otros cuerpos se entreguen por equivocación a quienes no eran familiares del fallecido.
Los 221 cadáveres no solo corresponden a los cuerpos de los contenedores, sino también a varios que fueron exhumados por órdenes judiciales. Ya se han entregado 152 cuerpos a los familiares, no obstante, otros aún están acumulados que parecen no ser de nadie.
Siguen sin ser reclamados ya se agotaron todos sus recursos para lograr identificarlos y que ahora requieren muestras de ADN. “Ya tenemos en una base de datos el perfil biológico y la muestra de ADN subida al sistema, pero los familiares que han venido no han coincidido con los restos”, afirma Fabiola Robalino, responsable del Servicio Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses.
¿Cómo fue el proceso?
Primero se recolectaron las huellas dactilares de los fallecidos, pero solo se logró identificar a 14, pues la mayoría estaban en avanzado estado de putrefacción y fue necesario aplicar otro tipo de técnicas.
Ahí entraron en escena tres expertos en Antropología que tiene el Servicio Nacional de Medicina Legal. Lograron identificar 95 cuerpos al establecer las características físicas morfológicas (sexo, edad, peso, color de piel, tatuajes, ropa) de cada cadáver. La mayoría de los identificados mediante esta técnica eran personas mayores de 50 años, que usaban prótesis dentales.
El siguiente paso fue mediante una prueba de ADN, pero este proceso era complejo. Mediante órdenes de la Fiscalía tomaron muestras a familiares y estos perfiles genéticos se compararon con los perfiles que durante meses recolectaron de los cuerpos. Así se consiguieron coincidencias en 51 casos más y el ADN coincidió.
Pero aún quedan 62 cuerpos abandonados. Nadie los reclama y aunque su perfil genético ya está listo en el sistema para realizar una comparación, no hay muestras de familiares.
Hasta la semana pasada se entregó uno de los cuerpos, cuenta la responsable del laboratorio, quien detalló que además de los 62 cuerpos sin nombre, hay cinco cadáveres que sí han sido identificados y que aún no son retirados, pues el trámite toma su tiempo.
Además de los cuerpos que siguen en los contenedores, también hay en Medicina Legal cuatro urnas con cenizas. Estas fueron devueltas por familias que lograron identificar a sus fallecidos en la morgue. Esas familias habían recibido de forma equivocada las cenizas que no les correspondían.
En el caso de las cenizas se podría hacer un proceso de identificación con ADN mitocondrial, pero eso se está tramitando con Fiscalía, responde Robalino. Detalla que el fiscal que investiga el caso está coordinando con laboratorios a nivel internacional, como el de la Cruz Roja en Colombia. “Cuando se tenga la aceptación o el procedimiento a realizarse se dará paso a la investigación”.
Se solicitó una entrevista con el fiscal Luis Rosero, quien investiga el caso desde Quito, pero informaron que el proceso continúa en investigación previa.
Fuente: Diario El Universo