El consumo sin prescripción médica, el fácil acceso a ellos, dosis incorrectas recetadas y no finalizar los tratamientos son las principales problemas para que los humanos hayamos empezado a generar esta resistencia.
Antes de la aparición del COVID-19, la Organización Mundial de la Salud (OMS) había alertado que, de no tomarse medidas de prevención pertinentes, la próxima pandemia sería ocasionada por bacterias multirresistentes a los antibióticos.
Además, afirma que ninguno de los 43 antibacterianos que están actualmente en fase de investigación clínica por diferentes farmacéuticas tratan de manera adecuada el problema de la farmacorresistencia de las bacterias más peligrosas y que provocan la muerte de al menos 700.000 personas al año en el mundo.
Estas advertencias se dan en el informe 2020. Agentes antibacterianos en desarrollo clínico y preclínico: descripción general y análisis, publicado por la OMS hace pocas semanas. “Casi todos los nuevos antibióticos que han salido al mercado en las últimas décadas son variaciones de grupos de medicamentos que se habían descubierto en la década de 1980”, dice el ente en el estudio.
María vive en Los Esteros, sur de Guayaquil. Ella cuenta que en la farmacia de su barrio puede conseguir antibióticos sin receta médica debido a la amistad que tiene con la dueña del negocio.
“Cuando creo que tengo alguna infección voy y le pido que me recete algo y me da (antibióticos). Los tomo por tres o cuatro días y cuando el malestar pasa los dejo de tomar. La señora es buena recetando, y eso que no es doctora”, dice.
Sin embargo, Byron Jaramillo, especialista en neumonía y bronconoscopía, dice que estos medicamentos solo se deben tomar bajo la supervisión de un médico profesional, ya que sabe a profundidad cómo funciona el cuerpo humano frente a los microrganismos.
De hecho, en temporadas invernales, como la actual, es cuando se incrementa el uso de estos fármacos para el manejo de infecciones, que, en la mayoría de los casos, son de origen viral, es decir, que no requieren antibióticos.

A esto se le suma la presencia del COVID-19. Según un reciente estudio publicado en la revista The Lancet Microbe, debido a este virus aumentó el número de hospitalizaciones de pacientes con un cuadro combinado: una función inmunológica deteriorada por el SARS-CoV-2 y la infección por bacterias multirresistentes a antibióticos. Muchas veces el paciente se recupera del COVID-19, pero puede tener complicaciones o incluso morir como consecuencia de la infección provocada por bacterias.
Jaramillo, agregó, “Lamentablemente sigo viendo, incluso en mi consulta privada, llegar a pacientes (con COVID-19) que han sido manejados mal desde el inicio y a los que se les ha dado antibióticos, corticoides y anticoagulantes, que solo se los debe administrar en el ámbito hospitalario y con estricta supervisión médica”.
Según la OMS, es necesario que se cambie urgentemente la forma de utilizar los antibióticos. Aunque se desarrollen nuevos medicamentos, si no se modifican los comportamientos actuales, la resistencia a los antibióticos seguirá representando una grave amenaza.
Con esto concuerda Enrique Terán, docente de la Universidad San Francisco de Quito y Ph. D. en Farmacología. Además, agrega que en países como Ecuador los médicos también cometen errores al recetar.
Por último, la resistencia paracelular, debido a la automedicación, es otro factor que se ha generado en Ecuador, ya que no existe el respeto a la venta de estos medicamentos con receta. De hecho, afirma Terán, la mayoría de personas que atienden una farmacia prescribe medicamentos sin conocimiento técnico, y casi siempre lo que se incluye en esas recetas son antibacterianos: “La persona que no necesitaba porque tenía gripe, diarrea común, y empieza a tomar antibacterianos, una o dos dosis, y eso genera resistencia paracelular”.

Según la Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria (Arcsa), se realizan constantes visitas a establecimientos farmacéuticos del país para revisar el archivo de recetas de las farmacias y verificar que cada medicamento vendido cuente con su prescripción de respaldo.
Enrique Terán, manifiesta que se debe realizar estudios sobre los patrones de resistencia a los antibióticos y tener tablas sobre estos debe ser una prioridad en los hospitales del país.
El experto indica que en resistencia hay un mecanismo muy interesante y sencillo de medir que se llama la “memoria de la resistencia” y que se pierde en el tiempo. Por ejemplo, si se deja de usar un antibacteriano por varios meses, las bacterias se olvidan que eran resistentes a ese antibiótico y ese medicamento vuelve a ser útil.
“Por eso es importante que se hagan estudios de resistencia para que se diga, por ejemplo, en el hospital Luis Vernaza no hay que utilizar tal antibacteriano durante seis meses porque hay mucha resistencia.
Estos estudios deben estar encabezados por el Ministerio de Salud y basados en cada uno de los hospitales. “Cada casa de salud debería tener una tabla de patrones de resistencia para que sus médicos estén informados, que las autoridades sepan qué no deben comprar y que los pacientes estén tranquilos y sepan que lo que reciben va a funcionar”.
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