Si alguien echaba de menos al Rafa Nadal más épico, este jueves pudo verle de nuevo en los octavos de Roma. En la arena de la Centrale del Foro Itálico, el español hizo de gladiador para aguantar el aluvión de golpes ganadores (41) de Denis Shapovalov, remontar en una situación de set abajo y 0-3 en el segundo y ganar en el desempate de la tercera manga tras levantar justo antes dos puntos de partido: 3-6, 6-4 y 7-6 (3) en tres horas y 27 minutos. El canadiense de 22 años y 14º del mundo hizo el partido de su vida sobre arcilla y aún así no pudo ganar al mejor jugador que la ha pisado en la historia del tenis. Así se explica la extrema dificultad que supone vencer al balear cuando las condiciones la superficie y las condiciones le favorecen. Su victoria 65 en el Masters 1.000 italiano le mete en cuartos por 16ª vez en 17 participaciones, una ronda que jugara por 97ª vez en la categoría. Lo hará este viernes ante Alexander Zverev, que le ganó hace una semana en Madrid, o Kei Nishikori.
Shapovalov consiguió con un impresionante 4-0 de salida en el primer set que cronistas como un servidor buscaran roscos contra Nadal en tierra batida. Y han sido muy poco frecuentes: sólo Gastón Gaudio en Buenos Aires 2005, Guillermo Coria en Montecarlo 2007 y Roger Federer en Hamburgo 2007 consiguieron meterle un 6-0 al español en su superficie favorita. Nadal no dio lugar a un cuarto porque al menos reaccionó para acortar hasta el 5-3. Lo malo para él es que ese esfuerzo lo tiró por la borda al encajar un tercer quiebre que le obligó a empezar la segunda manga al resto. Cierto es que su rival lo había bordado hasta entonces y merecía el premio de adelantarse en el marcador. Pocas veces pierde Rafa tres veces su saque en un mismo parcial sobre arcilla y el mérito de que eso ocurriera fue de Denis. También ayudó el de Manacor con un pobre 50% de puntos ganados con primeros.
No le quedó más remedio a Nadal que atacar. El problema es que Shapovalov se defendió bastante bien, con agilidad y precisión. También contraatacó con su estético y poderoso revés a una mano. Sólo la ética de lucha y la calidad del número tres del mundo lograron doblegarle en ocasiones. La dinámica no cambio demasiado y el tenista nacido en Tel Aviv puso otra vez tierra de por medio de salida, con 3-0, bola para el 4-0 y un 40-0 para poner después el 4-1. La situación no podía ser más crítica para el ganador de 20 Grand Slams. Y ahí emergió la casta de Nadal, que por primera vez en el partido se puso por delante con dos breaks consecutivos para un parcial de 5-0. Ya le entraban los ganadores, dominaba el rimo y las direcciones, y así recargó la confianza que le faltaba. Con su servicio, poco veloz y de eficacia escasa e intermitente, llevó el duelo al definitivo tercer set.
Final de infarto
El drive y una mejoría en los saques de Rafa eran la claves para consumar la remontada y los afinó. Aumentó la rapidez y la colocación. Shapovalov se vio forzado a intentar cosas nuevas, como subir más a la red. Y cuando más acosado parecía volvió a encontrar el hueco para una nueva rotura que tampoco le garantizaba nada visto el devenir del encuentro. Nadal le hizo el contrabreak gracias a un golpe de derechas tremendo que celebró con un alarido: ¡Vanmooooooooos! El nivel del choque en esos momentos era enorme. El de Manacor tuvo bola al resto para ponerse 4-3 arriba y el canadiense aguantó. También salvó la siguiente intentona del nueve veces campeón en Roma. Y la tercera con dos puntos de break en contra. Tremendo. Nadal pudo forzar el desempate con muchos apuros por dos situaciones de punto de partido para Shapovalov (30-40 y ventaja). Y es que justo en el trascendental undécimo juego no le entraron los primeros. En el tie-break, Shapovalov se atrapó, hizo una doble falta y estrello en la red un drive fácil. Con un 1-4, Rafa debía rematar y gracias a su infinita experiencia no falló.
Fuente: AS.com