Los bebés en pandemia han tenido varias dificultades. Primero está el aislamiento. Cuesta un poco más la socialización. Los niños aprenden viendo a las personas, pero ahora ven las mascarillas y hay menor contacto con los abuelos, por ejemplo, a quienes observan, en algunos casos, detrás de una ventana.
Un recién nacido siente todo lo que le pasa a su madre, su tranquilidad o angustia. Todo se transmite, sin querer transmitimos todo a nuestros hijos. Entonces si la madre está tranquila y les dice que la pandemia y el confinamiento van a pasar, que todo es momentáneo y les hacemos ver la mejor parte posible de esto que es compartir más tiempo en familia, pues se ayuda al bienestar del hogar.
Una táctica es enseñarles a lavarse las manos con agua y jabón mientras se canta el abecedario o el feliz cumpleaños dos veces, lo que dura alrededor de veinte segundos, así se sigue la acción el tiempo recomendado.
Lo ideal es evitar salir a espacios públicos sobre todo si son recién nacidos ya que ellos no pueden usar mascarilla. Los bebés desarrollan su sistema inmunológico durante los primeros seis meses de edad. Es el tiempo en el que deben recibir protección a través de la leche materna. Y si se los lleva a un parque o a un espacio abierto, por ejemplo, hay que mantener la distancia con el resto y las madres siempre protegidas con mascarilla.
Los bebés no deben recibir luz solar directa, sobre todo durante los primeros seis meses de edad y siempre utilizar bloqueador y sombrero para protegerlos del sol. No se necesita salir para exponer a los que recién nacen a la luz solar, lo que se requiere para regular los niveles de bilirrubina, que al ser altos pues les provoca ictericia (coloración amarillenta de la piel). Lo que se hace es ponerlos detrás de una ventana antes de las diez de la mañana o después de las dos de la tarde, unos diez minutos.
Los mayores de dos años ya pueden utilizar mascarillas hasta los cinco años bajo supervisión. De ahí ya pueden ser un poco más responsables y colocársela ellos mismos de forma adecuada. Siempre es importante lavarse bien las manos antes de salir y al llegar a casa.
Si es un espacio abierto, la circulación del aire protege mucho del contagio. El miedo de salir al médico ha causado que muchos niños se queden atrás en sus esquemas de vacunación. Así esté la pandemia los padres deben llevar a sus hijos a los controles. Desde que nacen deben recibir la primera dosis contra la hepatitis B y a veces la BCG (contra la tuberculosis). Hasta la primera semana de vida deben ser llevados al pediatra porque hay que garantizar que el bebé está ganando peso. Muchos los ven cada mes. El esquema de vacunación es a los dos, cuatro, seis, nueve, doce y quince meses.
El recién nacido puede ir en su coche siempre manteniendo la distancia. Si van en el transporte público, pueden colgarse al bebé al pecho con cargaderas o sujetarles con sábana. También, cubrir el rostro con una sábana o tela observando que pueda respirar bien, esa es la opción para los que van en bus.
SI la madre trabaja fuera del hogar, lo mejor es dejar afuera la ropa sucia, lavarse bien las manos, colocarse alcohol, como mínimo, antes de atender a sus hijos. Hay que enseñar estas nuevas rutinas a los menores.
La lactancia es la mejor forma de proteger. Las madres infectadas con COVID-19 deben seguir dando de lactar. Al comienzo de la pandemia, como se desconocía lo que podía pasar, se separaba a las madres de sus hijos. Luego se determinó que no era necesario. Si la progenitora usa mascarilla y se lava bien las manos puede seguir dando de lactar, es más, está protegiendo a su bebé al pasar todos los anticuerpos a través de la leche materna.
La lactancia es el mejor regalo que una madre puede dar al hijo, no solo cumple con todos los requerimientos alimenticios sino que se transmiten las inmunoglobulinas, que son las que protegen de infecciones. Se crean anticuerpos que se pasan con esta leche, es el alimento más perfecto del mundo, lo único que no tiene es la vitamina D, entonces los bebés están protegidos.
La mamá con COVID-19 no infecta a su bebé dando de lactar. Más bien le protege porque el enfermo con COVID-19 crea anticuerpos, que son la memoria, los soldados que se acordarán de la enfermedad y los protegerán si en algún momento se vuelve a presentar. Entonces se transmiten estos soldados con la leche a sus bebés. El virus se transmite con partículas respiratorias, entonces hay que proteger las vías respiratorias, lavarse bien las manos, no tocarse los ojos, así el riesgo de infección de la madre lactante a su bebé será bajo.
Los niños sí pueden infectarse y transmiten, lo bueno es que entre el 90 y 95% de ellos tendrán síntomas leves, pero eso no significa que puedan contagiar a una persona que puede ponerse muy grave.
Ahora se observan casos de niños gravemente enfermos o con el síndrome inflamatorio multisistémico, esto debe crear más conciencia entre la gente, por eso no podemos confiarnos, no queremos que nuestro hijo esté en ese pequeño porcentaje en los que empeoran y pueden llegar hasta la muerte.
Sabemos que va a ser más grave en pacientes con enfermedades de base como cardiacas, pulmonares, del sistema inmune como cáncer, neurológicas, es donde tienen mayor vulnerabilidad todos los virus en general.