Soldados y policías ecuatorianos recuperaron el control de la Penitenciaría del Litoral, en el suroeste de Ecuador, donde violentos enfrentamientos entre detenidos dejaron 68 muertos en el último fin de semana.
La situación “está bajo control, estamos realizando intervenciones dentro de los pabellones de detenidos”, dijo a la prensa el director del Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de la Libertad y a Adolescentes Infractores del Ecuador: Fausto Cobo.
“El famoso corredor de la muerte está bajo el control” de militares y policías, manifestó, refiriéndose al corredor que conecta todos los pabellones en esta parte de la prisión. “También limpiamos todas las torres de vigilancia que ellos (los presos) ocupan y que utilizan para vigilar sus edificios”, explicó, sin mencionar incidentes violentos durante la intervención.
Según las autoridades, tres prisioneros tomados como rehenes por otros detenidos han sido liberados y están ilesos.
El ejército y la policía, en total cerca de mil hombres, ingresaron el lunes al perímetro del penal, sin intervenir en los pabellones donde residen los presos.
El vasto complejo carcelario de Guayaquil fue escenario el viernes y sábado de nuevos enfrentamientos entre bandas rivales que dejaron 68 muertos y 25 heridos. Con armas blancas, armas de fuego y explosivos, los presos atacaron, luego de haber saboteado la electricidad, a los ocupantes de otra unidad de la prisión, que alberga a 8.500 internos con un hacinamiento del 60%.
Las autoridades denunciaron el “salvajismo” y la “barbarie” de los atacantes, que videos publicados en redes sociales mostraban con amargura, con palos y cuchillos, los cuerpos amontonados y carbonizados en un patio. Una “lucha por el liderazgo”, tras la salida de prisión la semana pasada de un líder de una banda, estaría en el origen de esta nueva violencia, según la Policía.
Dividido en doce pabellones, donde miembros de al menos siete organizaciones criminales rivales, que tienen vínculos en particular con los cárteles mexicanos de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación; se encuentran separados. el complejo carcelario de Guayaquil ya fue el escenario a fines de septiembre de la masacre más grande en la historia carcelaria de Ecuador y una de las peores en América Latina. Durante las riñas entre bandas rivales, 119 personas murieron allí, algunos detenidos fueron desmembrados, decapitados o quemados. Desde principios de año han muerto 320 presos en diversos episodios de violencia en las 65 cárceles del país.
Estos hechos son los últimos vaivenes de una crisis carcelaria que se prolonga desde hace años y solo ha empeorado en los últimos meses, a pesar de los múltiples anuncios de las autoridades.
Ubicado entre Colombia y Perú, los principales productores mundiales de cocaína, y utilizado como zona de tránsito para el envío a Estados Unidos y Europa, Ecuador enfrenta un aumento de los delitos relacionados con el narcotráfico.
El presidente conservador Guillermo Lasso decretó el 18 de octubre un “estado de emergencia” en todo el país para combatir este crimen, así como otro “estado de excepción” en las cárceles, proyectando enviar refuerzos militares allí, decisión a la que se opuso la Corte Constitucional.
El lunes, juzgando al país “seriamente amenazado desde el exterior por las mafias del narcotráfico”, y que enfrentaba “una de las mayores crisis de las últimas décadas”, Lasso se comprometió en particular a “movilizar todos los medios necesarios”.
Ante la urgencia de la situación, la intervención del ejército en las cárceles, junto a la policía, finalmente pareció ser poco debatible el martes en el país. El presidente Lasso también anunció un “proceso de pacificación en las cárceles”, con la mediación de la sociedad civil, mientras prometía apuntar en particular a los jefes de los narcotraficantes.
Foto: Cortesía.