El papa Francisco llegó este jueves a Chipre, primera etapa de un viaje de cinco días que incluirá también a Grecia, países en los que abogará por una acogida humanitaria de los migrantes y por el diálogo entre las diferentes iglesias.
Se trata de la segunda visita de un papa a Chipre, una isla poblada especialmente por cristianos ortodoxos, tras la realizada por Benedicto XVI en 2010.
El avión del pontífice argentino, de 84 años, aterrizó a las 14:52 locales en el aeropuerto de Larnaca, en el sur de Chipre.
En el transcurso del viaje, uno de los periodistas que lo acompañan le entregó trozos enmarcados de las telas de las tiendas de campaña que usan los migrantes en Calais (norte de Francia), donde muchos aguardan para cruzar el canal de la Mancha y llegar al Reino Unido. “Es terrible”, respondió visiblemente emocionado el pontífice.
Francisco “va ante todo hacia los más vulnerables y los más marginados. Hoy, esas personas son los migrantes que se han visto obligados a salir de sus países en medio del dolor y de la ilegalidad”, dijo el arzobispo de Chipre para los maronitas, Selim Sfeir.
Según el Gobierno chipriota, se están llevando a cabo negociaciones con el Vaticano para trasladar a varias familias de migrantes a Italia, como ocurrió en 2016 durante su primera visita a la isla griega de Lesbos, cuando llevó a Roma a tres familias sirias.
Las autoridades de Chipre aseguran que reciben el mayor número de solicitudes de asilo de la Unión Europea en comparación con su población.
Se estima que llegaron unos 10.000 migrantes en situación irregular durante los diez primeros meses del año.
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