El ruido es una de las principales causas evitables de pérdida auditiva, según la OMS.
El ruido es una amenaza invisible. Las personas perciben los sonidos de forma diferente, y eso es muy normal. Mientras la fiesta de un vecino convierte la noche en día para una persona, otra sigue durmiendo sin problemas. Pero, a partir de un determinado nivel, el ruido no puede ser ignorado por nadie. Está claro que el exceso de ruido afecta y perjudica a las personas, a los animales, e incluso a las plantas.
El ruido extremo se puede encontrar en todas las grandes ciudades. En Nueva York, por ejemplo, el 90 por ciento de los usuarios del transporte público están expuestos a niveles de ruido que superan considerablemente los límites y pueden provocar daños auditivos irreversibles.
Para Thomas Myck, experto en ruido de la Agencia Alemana de Medio Ambiente (UBA, por sus siglas en alemán), la contaminación acústica es, por tanto, un ejemplo de injusticia medioambiental. «Si un departamento o una casa se encuentran en una calle principal, entonces se paga menos alquiler. Eso significa que las personas que disponen de menos dinero tienen más probabilidades de vivir en carreteras ruidosas».
En todo el mundo, es más probable que las personas con bajos recursos vivan cerca de plantas industriales, vías repletas de tráfico, y estén expuestas a un mayor nivel de ruido que las personas con ingresos altos. Según un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, esa desigualdad en cuanto al ruido también suele darse entre grupos étnicos.