El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, visitó este lunes 30 de mayo las áreas afectadas por lluvias torrenciales en el noreste del país, donde fallecieron al menos 91 personas y continúa la búsqueda de 26 desaparecidos.
«Sobrevolamos parte del área afectada, intentamos aterrizar pero por recomendación de los pilotos resolvimos no hacerlo, dada la inconsistencia del suelo», dijo Bolsonaro en conferencia de prensa junto a una comitiva de ministros en Recife, capital del estado de Pernambuco (noreste).
Al menos 91 personas fallecieron por los deslizamientos de tierra, el colapso de casas o las furiosas corrientes de agua y barro que arrasaron con todo a su paso en Recife y una decena de municipios, entre ellos Olinda, según el último balance oficial.
Los rescatistas estaban en busca de «26 desaparecidos», precisó el gobierno de Pernambuco.
«Lamentablemente estas catástrofes ocurren, un país continental (como Brasil) tiene sus problemas», afirmó Bolsonaro, recordando el reciente período de intensas lluvias que dejó cientos de muertos en los estados de Rio de Janeiro, Bahia y Minas Gerais.
«Estamos tristes, manifestamos nuestro pesar a las familias, el objetivo es reconfortarlas y atender a la población», añadió el mandatario.
Las lluvias empezaron el martes pasado, pero se intensificaron el fin de semana. Entre la noche del viernes y la mañana del sábado, el volumen de lluvias alcanzó el 70% de lo esperado para todo el mes de mayo en algunos puntos de la capital pernambucana.
El Centro de Monitoreo de Desastres Naturales (Cemaden) estima una posibilidad «muy alta» de que ocurran «crecidas e inundaciones» en la región metropolitana de Recife este lunes debido al cúmulo de lluvia de los útimos días y al pronóstico de nuevas precipitaciones.
Los estragos dejaron además unas 5.000 personas sin hogar o desplazadas y grandes daños en las infraestructuras de varios municipios.
Según los expertos, tragedias de este tipo obedecen, además de fuertes lluvias, a la topografía y la existencia de grandes barriadas con viviendas precarias en Brasil, muchas de ellas construidas de manera ilegal, en las escarpadas zonas de riesgo.
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