Unas 10.000 ballenas jorobadas se instalaron en las cálidas aguas ecuatoriales, desde el norte del Perú hasta Costa Rica y más allá, en un viaje que cada año realizan para conocer el amor y tener a sus crías.
En un viaje que dura todo el ciclo invernal del hemisferio sur, de julio a octubre, estos cetáceos prefieren las aguas ecuatoriales para sus faenas amatorias y para parir, actividades a las que llegan tras un mes de nado permanente.
Los machos saludables son los afortunados entre las hembras, que tras quedar embarazadas volverán a la Antártida para regresar el próximo año a las aguas calientes y dar a luz, según comentó Mar Palanca, una bióloga española que estudia el comportamiento y distribución de los cetáceos en su travesía.
Los machos forman grupos de cortejo a lo largo de la costa del Pacífico de Perú, Ecuador, Colombia, Panamá y Costa Rica -aunque hay individuos que llegan incluso a California- y cantan con el objetivo de atraer a las hembras.
Y aunque las aguas ecuatoriales son perfectas para reproducirse y parir, no lo son tanto para alimentarse, por ello las hembras ayunan de alguna forma en las aguas cálidas y consumen las suficientes reservas de grasa acumulada por el abundante krill que comen en las heladas aguas antárticas.
Mar Palanca está maravillada con el comportamiento de los cetáceos que viajan unos 8.000 kilómetros con dos objetivos claros: aparearse y parir, en un ciclo virtuoso de la naturaleza.
Las hembras quedan embarazadas y para septiembre y octubre inician su retorno a la Antártida, donde gozan de abundante alimento que les permite optimizar el periodo de gestación de entre once y doce meses, contó la bióloga hispana.
Mojarrando calcula que en la temporada de avistamiento de ballenas llegan a las playas de Atacames entre 3.000 y 4.000 turistas, por lo que la navegación de las embarcaciones certificadas es constante en horarios específicos.
Pero Atacames, según Maira, no son sólo las ballenas, sino también la gastronomía, la diversión playera y la cultura, los incentivos turísticos saltan hacia los sentidos de los visitantes.
Y es que Esmeraldas, también conocida como la provincia verde, es un sugestivo destino para los turistas nacionales y extranjeros, muchos de ellos colombianos.
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