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Migrantes ecuatorianos empiezan su travesía a EE.UU. en la terminal de Quitumbe

by Ecuador En Directo


Desde el terminal Quitumbe migrantes buscan llegar a la ciudad fronteriza de Tulcán y desde ahí les espera una dura y dolorosa travesía, por tierra, de más de un mes para llegar, de forma irregular, a Nueva York, en Estados Unidos. No solo se enfrentan a ser abandonados a su suerte por los coyoteros, sino que tendrán que cruzar a pie la peligrosa selva del Darién.

Por esa inhóspita zona de 100 kilómetros entre Colombia y Panamá ya han cruzado 500.000 migrantes de distintas nacionalidades en lo que va de 2023, según Médicos Sin Frontera. Es casi el doble frente al año pasado. Además de enfrentar los peligros naturales en la selva, los migrantes que atraviesan el Darién se exponen a bandas criminales, incluyendo extorsiones, robos, secuestros y violencia sexual contra hombres y mujeres.


Antes de ingresar a la zona de pasajeros en la Terminal Terrestre de Quitumbe, dos de ellos se abrazaban y ensayaban unas ‘selfis’. Otro se perdía en un largo abrazo con sus dos pequeñas hijas, que lloran inconsolablemente.

Aunque llegarán a la frontera entre Estados Unidos y México en el crudo invierno, solo cargan una modesta chaqueta. El joven, Joffre Ushco, vendió un carro usado que tenía en USD 5.000 para poder costear el viaje. Roberto, su hermano, lo acompañó hasta la Terminal Terrestre Quitumbe. Cuenta que su hermano, de 28 años, se animó a viajar porque hace un mes fue despedido del Municipio de Latacunga, donde laboraba y no hallaba trabajo. «Este mes tomó la decisión.

El amigo de otro viajero, que prefiere no dar su nombre, cuenta que hace un mes tuvo que retirar del Aeropuerto Internacional de Quito el cuerpo de su primo, que falleció en Honduras. «Solo se desmayó y no volvió a despertar», cuenta, entre lágrimas. No quiere que algo parecido le pase a su amigo, que ahora emprende la misma travesía, pero dice que en el país no hay oportunidades ni empleo. Su amigo tiene dos hijas que mantener. U

«Estos gobernantes no les importa cuántos ecuatorianos mueran en el camino. Son vidas que se pierden, pero no les importa», dice al recordar que hace un año hizo la travesía que ahora busca realizar su amigo, pero fue deportado. «Pasé hambre, sed, veía muertos en el camino. Es un trayecto terrible. Caminé tres meses. De nada sirvió. Llegué a la frontera entre México y Estados Unidos, pero no me dejaron pasar», relata.

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