En un ataque aéreo realizado el viernes por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), fue abatido Hassan Nasrallah, líder del grupo militante Hezbollah. Este ataque, dirigido al cuartel general de Hezbollah en una zona suburbana de Beirut, Líbano, representa una escalada significativa en las tensiones entre ambos bandos. El ejército israelí ha señalado que Nasrallah se encontraba planificando acciones terroristas contra Israel desde esa ubicación.
Hezbollah ha respondido con una declaración en la que describe a Nasrallah como un “mártir sagrado” y ha prometido continuar su lucha contra Israel. Según el grupo, su líder fue asesinado en lo que consideran un “ataque traicionero” llevado a cabo por Israel en los suburbios del sur de Beirut. Además, Hezbollah ha subrayado su compromiso de seguir apoyando a Gaza, Palestina y la defensa del Líbano.
La muerte de Nasrallah ha generado una reacción de luto en diversos medios, incluido el canal de televisión Al-Manar, propiedad de Hezbollah, que ha cambiado su programación habitual por recitaciones coránicas, un gesto tradicional en el islam para honrar a los fallecidos. A nivel internacional, Hezbollah ha sido catalogado como una organización terrorista por varios países occidentales, aunque sigue teniendo una influencia política significativa en la región.
En los últimos meses, el conflicto entre Israel y Hezbollah ha ido en aumento, especialmente tras los bombardeos israelíes en Líbano que han dejado cientos de muertos y miles de desplazados. Este nuevo episodio de violencia ha llevado a que muchos expertos teman que el conflicto se intensifique aún más, especialmente dado el contexto de crisis económica y social que ya enfrenta Líbano.