Restaurar una zona afectada por incendios forestales es un proceso largo y complejo. Según el Ministerio del Ambiente, solo en lo que va del año, más de 39,700 hectáreas de vegetación han sido afectadas por incendios en diversas partes del país. En Quito, el problema ha sido grave, registrándose 314 incendios forestales y 1,832 quemas de desechos desde julio. El proceso de reforestación depende de la gravedad del daño y de la ocurrencia de nuevas emergencias.
El Municipio de Quito ha iniciado la restauración de las áreas afectadas con la plantación de 23 especies nativas, como el laurel, guaba y algarrobo. Este proceso es liderado por la Secretaría de Ambiente, que también evalúa los daños en flora y fauna para diseñar un plan adecuado. La restauración incluye tanto acciones activas, como la plantación de árboles, como pasivas, permitiendo que la naturaleza se regenere en zonas inaccesibles. La meta es devolver a las zonas afectadas su equilibrio ecológico.
El uso de especies nativas es crucial porque retienen la humedad en el suelo, a diferencia del eucalipto, que facilita la propagación de incendios. Santiago Ron, biólogo evolutivo, advierte que los eucaliptos son un riesgo para los incendios y afectan negativamente la biodiversidad. El plan del Municipio no busca eliminar estos árboles de manera radical, sino reemplazarlos de forma gradual en las zonas afectadas. Este esfuerzo comenzará en noviembre, coincidiendo con las lluvias que ayudarán en el proceso de regeneración.
Finalmente, los expertos en gestión de riesgos señalan que este proceso de reforestación puede extenderse durante años, dependiendo de la severidad de los incendios y de los cambios climáticos. Cristian Rivera resalta que, además de la restauración de la flora, es importante prevenir la erosión del suelo y monitorear el crecimiento de las plantas. El éxito de este proceso no solo depende de la plantación de árboles, sino de un seguimiento constante para asegurar que las especies plantadas prosperen en el tiempo.
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