Los analistas electorales coinciden en que los candidatos evitaron la confrontación, y la expectativa sobre cada uno es clave al hablar de quién ganó.
Los candidatos presidenciales Daniel Noboa y Luisa González optaron por evitar cometer errores como su principal estrategia durante el debate electoral obligatorio del 1 de octubre. Esto, aunque resultó en un debate más plano. Según los analistas, ambos candidatos tuvieron un enfoque diferente en comparación con el debate de la primera vuelta. Sin embargo, la expectativa previa sobre cada uno desempeña un papel fundamental al determinar quién fue el ganador.
El consultor político Carlos Ferrín explica que por obligación al liderar la tendencia se esperaba que fuera Noboa “quien corone en el debate” y dé la sensación de que lo ha ganado, pero que esto no ocurrió ya que la candidata del correísmo ahora apareció totalmente preparada, como no se la vio en el debate de la primera vuelta, del pasado 13 de agosto.
“Noboa tuvo una primera buena intervención en la primera vuelta y debía simplemente rematar en la segunda, pero al ver cómo decreció su actuación y dejó mucho que desear, para algunos que lo siguen incluso y que les ha llamado la atención, esto se siente como una reducción, un descenso”, explica.
Para Matías Abad, analista político y catedrático de la Universidad del Azuay, ambos candidatos evitaron cometer errores y ese fue el objetivo principal del debate: evitar los errores para no ser protagonistas de memes y de la conversación negativa y burlesca que se arma en redes y en la opinión pública y que les puede terminar haciendo perder votos.
“Ambos se cuidaron bastante bien, creo que no hubo traspiés ni nadie metió la pata de forma significativa… fueron bastante cautos y de ser cautos quizás es que se hizo de alguna manera bastante lineal el debate y sin emociones y hasta aburrido, y quizás sería bueno también tener una evidencia de ver qué tanto la gente dejó de ver el debate ya luego del segundo bloque ante esta falta de emoción y hasta este lenguaje muy técnico con el cual se inició”, dice.
Lolo Echeverría, analista político, coincide en que los candidatos evitaron la confrontación y los errores y que el debate terminó siendo protagonizado por los estrategas y los candidatos siguieron un libreto muy estricto.
Noboa, candidato de la Alianza Democrática Nacional (ADN), listas 4-35, asistió con su asesor Iván Carmigniani, mientras que González, aspirante de la Revolución Ciudadana, lista 5, lo hizo con el consultor español Fernando Casado, quien ha colaborado con el Gobierno de Venezuela.
“Un debate es básicamente la confrontación de ideas y no hubo debate. No hay formato que sirva si los candidatos se niegan a debatir, a confrontar sus ideas y esto es lo que pasó, por eso fue un debate aburrido”, dice y comenta que los señalamientos que hizo Noboa fueron muy pocos y estuvieron apegados más a la ironía.
Según lo que mencionan los analistas, parece que hubo un cambio significativo en la percepción de los candidatos con respecto al primer debate. Luisa González se destacó por su mejor desempeño en comparación con la primera vuelta, mostrándose más preparada, concisa y adaptándose mejor al formato del debate, lo que lleva a la sensación de que ella ganó el debate.
Por otro lado, Daniel Noboa, a pesar de haber tenido un buen desempeño en la primera vuelta, no se sintió tan sólido en este segundo debate. Se menciona que puede haber un efecto similar al de una “segunda cita”, donde la percepción puede variar después de un análisis más detenido.
En resumen, según estos analistas, la sensación general es que Luisa González tuvo un mejor desempeño y podría considerarse la ganadora en este segundo debate, destacando su mejora en comparación con el primer encuentro.
Los analistas destacan que Luisa González realizó cambios notables en su imagen y en su enfoque durante el debate, como el uso de lentes para dar una impresión intelectual y mostrando su tatuaje. Se le describe como muy emocional e intensa, especialmente para atraer a los votantes indecisos, en su mayoría jóvenes. Este cambio en la candidata parece haber tenido un impacto positivo en su desempeño.
En contraste, Daniel Noboa no cumplió con las expectativas que se habían generado en torno a él. A pesar de que su desempeño en la primera vuelta fue destacado por su mesura y respuestas técnicas, se esperaba algo más llamativo y disruptivo en este segundo debate, lo cual no se materializó. Como resultado, su desempeño podría haber quedado por debajo de las expectativas de la audiencia.
Los analistas sugieren que proclamar un ganador en este momento es complicado, y que la percepción sobre quién ganó dependerá de los resultados de las encuestas que se realicen en los próximos días. Además, señalan que el verdadero impacto del debate se reflejará en si los votos de Daniel Noboa aumentaron o disminuyeron como resultado del mismo. En última instancia, recalcan que el objetivo principal de un debate no debería ser elegir un ganador, sino fortalecer la democracia y brindar a los votantes información relevante para tomar decisiones informadas.
Los analistas señalan que ninguno de los candidatos logró posicionar un mensaje claro durante el debate que resonara en la opinión pública al día siguiente. Según Abad, realizó un ejercicio con sus alumnos y casi nadie pudo identificar un mensaje relevante más allá de la discusión sobre la tabla de drogas, que considera que fue el elemento que más llamó la atención.
Echeverría, por otro lado, opina que Daniel Noboa sí aprovechó el espacio para presentar algunas propuestas importantes, como duplicar los bonos, reducir el precio de los combustibles, eliminar el ISD, entre otros. Sin embargo, cree que el error estuvo en la forma en que las presentó, con un tono leve y sin énfasis, lo que hizo que pasaran desapercibidas en el contexto de un debate considerado plano.
En cuanto al impacto en las encuestas electorales, Abad sugiere que este debate es poco probable que provoque un cambio significativo en la movilización de votos. Considera que todo dependerá de cómo los candidatos construyan su posdebate en los pocos días que quedan antes de las elecciones y con qué temas decidan continuar. Echeverría comparte la idea de que los debates rara vez deciden una elección o cambian drásticamente la tendencia de votación, ya que la gente tiende a verlos para confirmar sus opiniones previas sobre los candidatos.
“Tiene que darse algo muy dramático para que se cambie el voto, han sido demasiado cuidadosos los candidatos y por eso han hecho un debate absolutamente aburrido”, opina y agrega que lo único que puede influir es lo que los fragmentos del debate que circulen relacionados con determinar quién ganó el debate puede repercutir en los indecisos, es decir, en el público juvenil, aunque si esto no ocurre este grupo, que ronda los cuatro millones de votantes, puede terminar inclinándose por el voto nulo o por el voto en blanco.
Candidatos no deberían reformular su estrategia de campaña
Para Echeverría, los candidatos no deben reformular sus estrategias para los días que restan de campaña ya que cada uno se encuentra en una plataforma diferente.
“A Noboa le va bien con la gente, empata bien, resulta atractivo y no desata ningún sentimiento adverso. En cambio, Luisa prefiere los medios de comunicación porque ha tenido un muy buen entrenamiento de media training, cambió la estrategia y es probable que para eso viajó a México”, explica y dice que es probable que los candidatos “seguirán buscando cómo llegar al corazón de la gente”.