Por: Marco Flores T.
El problema de inflación, devaluación y pobreza en Argentina es recurrente porque lleva muchos años financiando el déficit fiscal con emisión de moneda y todo tipo de Bonos del Estado. Tiene un sector público sobredimensionado y una deuda pública tan grande respecto del crecimiento del PIB que destruye la estabilidad de las finanzas públicas. Pero el sector privado no es ningún coro de angelitos sino de toda clase de actores más o menos abusivos que requieren control por parte del Estado. La solución no es hacer privado lo público sino redimensionar lo público y volverlo eficiente. Como ocurre con muchos países en el mundo. Trasladar lo público a lo privado destruye cualquier posibilidad de mejorar la equidad y la justicia social, profundiza las asimetrías que generan pobreza. No existe un solo país en el mundo donde la presencia del Estado haya desaparecido. Lo importante es que esa presencia sea la correcta y la adecuada. El crecimiento económico no es una simple tasa porcentual, debe tener dirección social y debe ser compartido para ofrecer posibilidades de progreso a quienes no las tienen y que al igual que en Ecuador son un muy alto porcentaje de la población total. Como siempre el grado de participación efectiva de los diferentes actores sociales es tremendamente desigual y los resultados sociales y económicos son directamente proporcionales a esa desigualdad. Al sector privado únicamente le interesa la rentabilidad económica. Al sector público conducido sin intereses en conflicto con el bien común le interesa el Desarrollo Humano. Lo fundamental es construir un eficiente y justo contrato social entre el Estado, los empresarios y los trabajadores. Los tres son indispensables.
Columnista invitado