Familias enteras, con mochilas, carritos o maletas, caminaban kilómetros en línea recta a lo largo de la playa, acompañadas de niños y ancianos. Este lunes, 27 de enero de 2025, miles de palestinos regresaban al norte de Gaza, después de haber sido forzados al exilio durante 15 meses. Al llegar, apenas podían reconocer el terreno que antes conocían. Los edificios, ahora reducidos a montañas de escombros, son un testimonio de la devastación, pero lo que tienen claro es que no abandonarán su tierra.
La calle Rashid, que cruza Gaza de sur a norte a lo largo de la costa mediterránea, se inundó de gente caminando tras la apertura del corredor de Netzarim, una franja controlada por las fuerzas israelíes que atraviesa el enclave de este a oeste.
Las familias, cargadas con mochilas, carritos o maletas, avanzaban por kilómetros a lo largo de la playa. Con el mar a la izquierda y a su derecha, un paisaje de destrucción que hacía irreconocibles las calles, incluso para quienes habían nacido allí. Algunos caminaban con niños y ancianos, algunos en sillas de ruedas.
Después de una negociación de última hora, bajo la amenaza de que Israel no abriría los pasos hacia el norte hasta que se liberara a una rehén, Hamás aceptó las condiciones. El jueves, liberaron a tres cautivas israelíes, lo que permitió que este lunes los palestinos pudieran regresar a sus hogares.
Este retorno se venía esperando desde hace meses, pero al llegar encontraron un paisaje de devastación, con el 90% de los edificios destruidos, según el gobierno de Hamás. El desplazamiento forzado también había destruido 135,000 tiendas de campaña y caravanas destinadas a alojar a la población.
El norte al que regresan incluye la ciudad de Gaza y las localidades de Yabalia, Beit Lahia y Beit Hanoun, áreas duramente golpeadas por la ofensiva israelí, especialmente estas tres últimas, ubicadas en el extremo norte de Gaza.
Entre los que regresan, una familia con niños cantaba “Alá es grande” mientras caminaba por la playa, creando un ambiente festivo de sonrisas por primera vez en meses. El padre, Faraj Al Jamal, dejó de cantar para expresar su emoción: “Siento que esto es mejor que cualquier fiesta, es el mejor día de nuestras vidas porque estamos regresando a casa”. Aunque perdió su hogar y a sus hermanos, hoy celebra: “Hoy regreso a casa, y de aquí no nos moverán, no nos iremos”.
A su lado, su madre Nihad, que había sido operada del corazón años atrás y le habían recomendado no caminar ni subir escaleras, comentó mientras avanzaba que llevaba ya dos horas caminando sin sentirse cansada. «Siento que algo me impulsa a seguir, cada vez más cerca de mi hogar».
El paisaje arrasado de lo que alguna vez fueron edificios junto a la costa, y la famosa «corniche» (paseo marítimo), hizo que muchos tuvieran dificultades para reconocer su entorno. «¡No reconozco nada! Solo pude identificar un edificio de colores, aparte de eso no sé dónde estoy. Pero vamos a reconstruir Gaza», comentó una joven mientras caminaba entre la multitud.
Aunque el ambiente era festivo, la alegría se mezclaba con tristeza, como lo expresó Hatem Faiq, de unos 60 años, cuya casa en Beit Lahia fue completamente destruida. «Mis sentimientos están divididos entre tristeza y alegría. No es una felicidad completa, porque nuestras casas están arrasadas y hemos perdido a seres queridos. Encontraremos nuestras casas vacías de personas cercanas, pero nos adaptaremos», explicó.
Para Faiq, el pueblo palestino es como la hierba: «Cuanto más lo cortan, más crece». «Nunca nos derrotarán, siempre prevaleceremos», añadió.
De Beit Lahia también es Fares Oweida, quien, aunque encontró su casa destruida, expresó su gratitud por poder regresar en un día que le resulta «indescriptiblemente feliz». «Gaza es nuestro hogar, fue nuestra casa toda nuestra vida, donde nacimos. Y seguirá siendo nuestra», concluyó.