Este 20 de abril del 2025 se confirmó que el contratista mercenario estadounidense Erik Prince ya había salido de Ecuador sin dejar resultados significativos para la seguridad del país ni el bienestar público. Su estadía, que comenzó el 5 de abril, estuvo acompañada de una masiva cobertura mediática al aparecer junto a funcionarios de gobierno como Gian Carlo Loffredo y John Reimberg en operativos policiales en Guayaquil. El paramilitar se presentó como consultor de seguridad, aunque no se documentaron ni objetivos claros ni resultados concretos de sus actividades.
Durante su breve presencia, Prince acompañó las redadas policiales en zonas urbanas problemáticas, donde se desplazó en vehículos blindados, atrayendo la atención de los medios de comunicación, y participó de forma ostentosa en las operaciones. Observó detenciones, inspeccionó centros de rehabilitación sospechosos y habló públicamente sobre la necesidad de realizar operaciones inteligentes contra el narcotráfico. A pesar de estas apariencias, su papel siguió siendo puramente simbólico, ya que ni los ministerios ni la policía proporcionaron pruebas de ningún impacto duradero o profundo de su estancia.
En entrevistas, Prince se dejó explotar políticamente: se pronunció abiertamente a favor del presidente Daniel Noboa y al mismo tiempo atacó a su oponente Luisa González con declaraciones difamatorias, incluida la afirmación sin fundamento de que tuvo un hijo con Rafael Correa. En lugar de contribuir a la desescalada, apoyó una estrategia de polarización mientras la violencia en el país seguía aumentando y se cobraba nuevas vidas casi a diario. Sus supuestos consejos de seguridad no cambiaron la realidad en las calles.
Después del 6 de abril, no hubo más anuncios oficiales sobre sus actividades, ni nuevos acuerdos, ni resultados. Las consultas de los medios de comunicación al Ministerio de Defensa quedaron sin respuesta y en el portal de adquisiciones públicas faltan entradas relativas a contratos de consultoría. Sin embargo, desde hace unos días circulan informaciones sobre el monto que habría pagado el gobierno por la lujosa estadía del mercenario privado, una cantidad que genera muchos interrogantes ante la falta de resultados.
Erik Prince se fue de Ecuador con las manos vacías, pero con un gran espectáculo mediático. Su presencia sirvió más como un show político a favor del gobierno de Noboa que como un verdadero aporte a la seguridad. Aunque ya salió del país, los problemas persisten, como también la incertidumbre sobre el precio que Ecuador tuvo que pagar por esta visita.