Este 15 de noviembre, Guayaquil conmemoró los 103 años de la masacre obrera de 1922, cuando el Gobierno de José Luis Tamayo ordenó una violenta represión contra miles de trabajadores en huelga que exigían mejores salarios y condiciones dignas, y las fuerzas armadas dispararon indiscriminadamente en las calles del centro, provocando un número de muertos aún incierto, desde cientos hasta más de un millar, mientras testimonios históricos relataron cómo muchos cuerpos fueron retirados de madrugada y arrojados al estero para ocultar la magnitud del crimen.
Durante los actos de homenaje, organizaciones sociales, sindicatos, académicos y autoridades locales recordaron que los derechos laborales conquistados a lo largo del siglo fueron fruto del sacrificio de los obreros asesinados y no concesiones del poder, y subrayaron que los lugares donde ocurrió la matanza, aún objeto de debate entre historiadores, se transformaron este año en escenarios de memoria y reflexión sobre la desigualdad persistente, reafirmando que la tragedia de 1922 sigue siendo un llamado a proteger la justicia social, la dignidad trabajadora y la verdad histórica del país.
