Por. Viviana Sánchez
¿Cómo gobernará ahora Noboa con un ego tan herido? Todos sabemos que la furia de un ego lastimado puede volverse extremadamente peligrosa.
Me preocupa que empuje deliberadamente al Ecuador hacia el despeñadero por rabia, o peor aún, para demostrar que a un señorito no se le hace semejante desaire.
Ahora tiene la excusa perfecta —la que le faltaba— para profundizar el desmantelamiento de la salud, la educación y la seguridad públicas.
Temo que, por orgullo, no mueva un dedo por el país. Eso sí: deberá cumplirle con disciplina a su amo, el Fondo Monetario Internacional, con el que mantiene compromisos firmados. Mañana, seguramente, el titular será que el riesgo país se disparó.
Ya lo dijo en su brevísimo mensaje de tres líneas tras la estrepitosa derrota: seguirá gobernando con “las herramientas que tiene”. Y todos conocemos esas herramientas: la prepotencia, los discursos humillantes, la persecución, el despliegue militar y policial, y las leyes de urgencia económica que le han permitido manejar los recursos del Estado con irresponsabilidad.
Ojalá Noboa entienda que esta derrota es fruto de tratar al pueblo con desprecio y a la Constitución con irrespeto.
Y por si acaso: el rotundo NO a sus propuestas no es un logro de ningún partido político. Es una expresión ciudadana, un rechazo frontal a la petulancia. Es el mensaje del desatendido, del ignorado, del engañado y del perseguido.
El pueblo quiere un presidente que trabaje, que haga obra y entregue resultados; alguien capaz de conmoverse con el dolor ajeno, un patriota y no un vendepatria.
Creo incluso que, en el fondo, Noboa habrá sentido alivio con el NO a la pregunta 4. Ni él ni su entorno están a la altura —ni poseen la preparación necesaria— para redactar una nueva Constitución.
Tras los resultados de esta jornada, que representan la desaprobación a un gobierno y a un presidente inepto, me permito dirigirme especialmente a quienes votaron por el Sí, y en particular a esos entusiastas “patriotas” tan hábiles para reenviar cadenas en redes sociales y grupos de WhatsApp, pero incapaces de hablar con su propia voz. Les hago una recomendación sencilla: revisen la Constitución. Léanla, por favor. Leer no duele; lo que duele es ver cómo repiten, una y otra vez, lo que les hacen creer y lo que su odio les permite digerir sin cuestionarlo.
Léanla: es la Ley Suprema que define los derechos y deberes de todos. Y no, no protege a los criminales, como les repitieron hasta el cansancio. Tanto así que, con la Constitución vigente, han podido recapturar —curiosamente siempre en vísperas o el mismo día de elecciones— a quienes se les habían escapado en sus propias narices.
Con la esperanza de días mejores para el país, publico esta modesta opinión.
