Proyecto de resolución para que las celebraciones del Inti Raymi se incluyan en el calendario nacional de fiestas. Proyecto de resolución para expresar la solidaridad del Pleno con el asambleísta Ronny Aleaga ante las amenazas recibidas. Proyecto de resolución para expresar la solidaridad del Pleno con la asambleísta Marcela Holguín ante los insultos recibidos. Proyecto de resolución para declarar el 16 de abril como el Día Nacional del Profesional de Gestión de Riesgos. Los pedidos de cambio del orden del día, con los que el Pleno de la Asamblea arranca sus sesiones, se han convertido en la antítesis de la tarea legislativa, un mercado de retórica vacía, un quién-da-más de la demagogia parlamentaria. Horas enteras dedica la Asamblea a resolverlos. Muchos de ellos se aprueban y pasan a engrosar la agenda de temas pendientes que a veces el Pleno arrastra por semanas, entorpeciendo el tratamiento de lo importante. Con una agenda legislativa intocada, los pedidos de cambio del orden del día son un problema serio y esta semana el presidente César Litardo lo admitió con todas sus letras.
El martes llegó a pensar que lo estaban boicoteando: ocho pedidos de cambio del orden del día retrasaron en una hora y cuarto el inicio de una sesión que ya llevaba 40 minutos de retraso. Con esas y las del jueves, suman 28 las propuestas tramitadas en el escaso mes y medio transcurrido desde que comenzó el período.
Algunas son francamente incomprensibles. Marcela Holguín, por ejemplo, pidió discutir la comparecencia al Pleno de una exministra (la de Salud, Verónica Espinosa) que no solo que lleva ya tres semanas compareciendo a dos comisiones diferentes (en virtud de dos resoluciones anteriores ingresadas también como cambios en el orden del día), sino que afronta un juicio político que precisamente acaba de ser calificado. ¿Para qué, entonces, plantear esa propuesta? Fácil: para tomar la palabra, lanzar una denuncia, pronunciar un encendido discurso sobre la crisis de los hospitales públicos, conmoverse con el maltrato que sufren los usuarios del sistema de salud y subir el vídeo a las redes. Y rasgarse las vestiduras si el pedido (como ocurrió) resulta rechazado.
Que no se diga entonces que estas exhibiciones no sirven para nada. Son utilísimas, en primer lugar, para alimentar a las clientelas políticas. El legislador de la provincia X que pide una resolución en la que se exhorta al Ministerio de Obras Públicas a mejorar la vialidad de su terruño. O declarar la artesanía del cantón Z como patrimonio cultural. O como la hoy exasambleísta Norma Vallejo, que puso la vara bien alta cuando consiguió que el Pleno rindiera un homenaje al mazapán. O el oficialista Yofre Poma, que lleva ocho pedidos de cambio en lo que va del año y tiene la tendencia a plantear resoluciones que benefician a los taxistas (esta semana presentó dos).
O como Byron Suquilanda (CREO), con 17 propuestas presentadas: “Vengo a hacer mi acostumbrado cambio al orden del día”, dijo el jueves. El representante de los migrantes en Estados Unidos pretendió llamar al canciller, al viceministro de Movilidad Humana y al contralor con el único fin de que expliquen al Pleno por qué el Consulado de Newark (para el que se compró ya un piso grande) sigue siendo tan pequeño. Semejante comparecencia triple (que no fue aprobada) habría tomado una mañana entera sin otro resultado que no fuera garantizar a Suquilanda una magnífica recepción en su próximo viaje a Nueva Jersey.
Resoluciones de este tipo, cuando no son desmedidas como la de Suquilanda, por lo general se aprueban. A veces por unanimidad. ¿Quién con el corazón en la mano se atrevería a votar en contra del mazapán? ¡Hay que ser un canalla! Así que, cuando involucran valores indiscutibles o inofensivos, las resoluciones se aprueban como mote. Aunque no se entiendan, como ocurrió el martes con la propuesta de Washington Paredes (CREO), de Galápagos. Él presentó un proyecto de resolución para pedir la comparecencia del ministro de Ambiente y de varias autoridades provinciales con el fin de que expliquen (y lo que sigue es textual) “respecto de la solicitud de la empresa Ocean Adventures para que la autoridad ambiental autorice a realizar la operación en dos patentes que suman 64 cupos y que en cada una de ellas conste que la operación de dichos cupos sea realizada por Celerity Expendition y en el proceso de ingreso de la embarcación Flora Expedition a la reserva marina de Galápagos”. Varios asambleístas consultados por este Diario admitieron no haber entendido una palabra. Sin embargo, se aprobó por unanimidad. ¿Quién en sus cabales no apoyaría un tema de Galápagos?
Declaraciones líricas, discursos de barricada, saludos a la bandera, guiños a la clientela política; exhortos de todo tipo (normalmente al presidente de la República) que, por no tener carácter vinculante, terminan siendo inoficiosos; pedidos de comparecencia a las autoridades, algunas de ellas sobre temas de la más alta importancia, pero que no conducen, por lo general, a ningún resultado concreto que no sea diluir la política de fiscalización en un conjunto de discursos… El pedido de cambio del orden del día, herramienta legítima y utilísima del procedimiento legislativo, está siendo de tal manera desvirtuado por los propios asambleístas que ha terminado por convertirse en un obstáculo para la legislación y la fiscalización verdadera. Su tratamiento revela de qué manera usan el tiempo los legisladores, esos legisladores que trabajan de martes a jueves porque los viernes vuelan a sus provincias y los lunes aún no han vuelto. Los cambios del orden del día son un retrato de cuerpo entero del Parlamento ecuatoriano.
FUENTE: EXPRESO