Las personas que sufren obesidad en el mundo han superado en número a las que pasan hambre. Por primera vez. Pero… ¿Y en Ecuador? Es igual.
Tras la información difundida en un simposio en Roma (Italia) por José Graziano da Silva, director general de la Organización de la ONU para la Alimentación y Agricultura (FAO), este Diario pone sobre la mesa una de las estrategias gubernamentales implementada para la prevención de esta problemática: el etiquetado con el semáforo nutricional en los alimentos que empezó hace cinco años. ¿Ha funcionado?
Angélica Tutasi, coordinadora de Nutrición, Seguridad y Soberanía Alimentaria del Ministerio de Salud Pública (MSP), cita a la Comisión The Lancet, experta en investigación científica en el campo de salud pública, y afirma que el sobrepeso y la obesidad ya no puede tratarse como una epidemia. Se ha convertido en una sindemia global, que también encierra el estancamiento en la reducción de la desnutrición crónica. Y Ecuador no es ajeno a esta realidad, dice.
Según el MSP, se estima que el número de habitantes viviendo con sobrepeso y obesidad en el país en 2019 es de 8,4 millones, de todas las edades. En cuanto a la desnutrición crónica, existen 0,3 millones menores de 5 años.
Tutasi explica que hay factores detrás de estas cifras: un estudio de la Organización Panamericana de la Salud reveló que en 2015 despuntó el sobrepeso y la obesidad porque se incremento el consumo de alimentos procesados y ultraprocesados (altos en azúcar, grasa y sodio) y, a la par, disminuyó el consumo de frutas, verduras, agua y actividad física. ¿Y el semáforo nutricional?
Aunque la estrategia fue implementada el 25 de agosto de 2014, hasta ahora, cinco años después, el MSP “no presenta datos contundentes en la salud como tal”, indica Nicole Troya, directora de Comunicación, Innovación y Regulación de la Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos y Bebidas (Anfab). Añade que un 65% de los consumidores no ve el semáforo. Lo omite.
“Los resultados directamente con la obesidad son difíciles de medir”, reconoce Tutasi. Pero eso sí, ha habido una reducción en las ventas per cápita, por ejemplo, de las bebidas gaseosas. La coordinadora de Nutrición defiende que el semáforono es la única herramienta, “es toda una estructura de políticas encaminadas a reducir el sobrepeso y la obesidad, o por lo menos a prevenir”, señala. Esto, tomando en cuenta la industrialización, urbanización e incluso los cambios en el estilo de vida. “No es como se piensa que los individuos están comiendo más, sino que es este medioambiente el que no les permite tomar decisiones saludables”, señala.
El MSP ha implementado, para la reducción en el consumo de alimentos procesados, además del etiquetado, la regulación de bares escolares y ha impulsado el impuesto a bebidas azucaradas. Todas están relacionadas. “Favorecen y dan un empujón a tomar mejores decisiones”, dice.
Pero, informa Tutasi, estas son políticas que no tienen resultados inmediatos porque hay que tomar en cuenta que estas estrategias no van a hacer que las personas que tienen sobrepeso u obesidad bajen. “En los cohortes nuevos se va a ver niños con menor sobrepeso u obesidad y eso va a ir avanzando en el tiempo. Eso quiere decir que se va a tener resultados del impacto de las políticas en 20 o 30 años, incluso muchos de los salubristas a nivel mundial piensan que en 50 años”.
Tutasi cuenta que a finales de este año saldrán los resultado de la encuestaEnsanut sobre cómo están usando los ecuatorianos el semáforo nutricional, pero hay datos preliminares, incluso algunos obtenidos por la universidad, que revelan que las madres, niños y adolescentes son los que más usan esta herramienta para tomar decisiones. “El grupo que más nos interesa para la prevención”, añade.
La experta reconoce que la gente no necesariamente usa el semáforo con conciencia, aunque sí como un referente que levanta alertas sobre consumir o no un producto. Afirma que a partir de la implementación del etiquetado, la industria sí reformuló sus productos en un 40% para tener un semáforo verde. Más atractivo. Lo confirma Troya, aunque señala que al comienzo sí hubo una caída en el sector de cereales y de lácteos, y que hubo un crecimiento en el consumo de las bebidas light.
Hubo también factores que afectaron las ventas, por ejemplo, las salvaguardas, restricciones de importación y costo de materias primas. “Sin embargo, hemos visto, y con datos hasta 2018, que las ventas en el país se estabilizaron”, agrega.
El semáforo nutricional ha generado discusiones desde que fue implementado. Este sistema gráfico indica los niveles de azúcar, grasa y sal de una porción de 100 gramos o milímetros en cada alimento.
El Código Orgánico de la Salud (COS) plantea medir solo el contenido añadido de un alimento, por lo que la información del semáforo no sería exacta. Crearía confusión, dice un tuit de la Cámara de Industrias y Producción. Pero Tutasi explica que esta decisión de hacer los cálculos por los 100 gm/ml fue porque resulta más fácil para el consumidor en su ideario.
Según Troya, “si bien el semáforo es una herramienta, una guía nutricional útil, sí debería ser mejorado”.
El semáforo solo valora la cantidad
Vladimir Maffare, presidente de la Asociación Nacional de Nutricionistas del Ecuador, dice que la estrategia del semáforo nutricional requiere de cierta afinación. Uno de los detalles que los nutricionistas han notado, señala, es que en este sistema gráfico solo se toma en cuenta la cantidad de azúcar, sal y grasa, pero no la calidad. “Uno de nuestros aportes: en el caso de los azúcares deberíamos identificar el índice glicémico y, en la grasa, conocer tu tipo”.
Por otro lado, asegura, la desnutrición crónica está mal denominada. Se trata, asegura, de un retardo en el crecimiento. Lo que “nosotros tenemos en el Ecuador es la baja talla en los menores de 5 años. Pero lo están tratando como desnutrición crónica, de una forma muy general, y lo que hacen es aumentar calorías. Esos niños en poco tiempo llegan a tener sobrepeso u obesidad”.
Fuente: Expreso