Apple, una firma que lleva por bandera el derecho a la privacidad de sus clientes, también tiene transcriptores en España que escuchan conversaciones privadas de los usuarios en varios idiomas, entre ellos el francés y el alemán en todas sus variantes. Esto se realiza, según las compañías que realizan los trabajos, para el desarrollo de la inteligencia artificial y mejorar el rendimiento del software. «Estos audios no se relacionan en ningún momento con los usuarios y se escuchan y analizan para mejorar lo que entiende la máquina, para entender acentos y formas diferentes de hablar”, afirman fuentes de Apple.
La escucha de grabaciones privadas se lleva a cabo a través de una empresa subcontratada por la compañía de la manzana, al igual que realiza Google. Estos revisores se encargan de analizar conversaciones privadas y peticiones que se realizan al asistente virtual de los dispositivos de Apple. “Hay grabaciones de todo tipo. Búsquedas o peticiones normales a Siri y muchas barbaridades”, relatan antiguos transcriptores de una de las empresas tecnológicas que trabajan para la empresa principal.
La compañía, en su política de privacidad, explica: «Cuando un dispositivo recoge algún dato, Apple es transparente al respecto informando al usuario y los disocia del perfil del usuario». Es decir, el audio que se genera y se almacena -hasta dos años- no se relaciona con el código de un cliente concreto. De esta forma, la empresa intenta mantener el anonimato y la privacidad de sus usuarios. Aunque lo que no puede controlar es si en las grabaciones se dan datos sensibles que puedan oir los transcriptores. “Trabajamos para proteger la privacidad, por eso nunca se asocia ningún fichero con un usuario concreto”, aseguran fuentes de Apple.
No solo búsquedas
Entre los audios que llegan a los transcriptores que trabajan de forma indirecta para Apple no hay solo meras búsquedas. Por errores en el sistema en los que se activa el micrófono de forma incorrecta, se llegan a oír charlas íntimas. “He llegado a escuchar hasta dos veces a personas teniendo sexo. A veces, comienza la grabación por accidente y no se dan cuenta”, recuerdan los ya exempleados.
Los transcriptores de Apple realizan diferentes proyectos, que van cambiando en el tiempo: uso del asistente virtual mediante el móvil, tablet, ordenador, Apple Watch y Apple HomPod. Eso sí, los empleados consultados coinciden en que la gran mayoría de grabaciones empiezan por el comando que activa Siri, que es diferente según el idioma en que se produzca. “Había proyectos en los que había que analizar más la calidad del audio: si se escuchaba bien, si se entendía la petición del usuario, si había conversaciones en segundo plano…”, afirman los extrabajadores.
Además de estos proyectos, que están dirigidos a la calidad de la grabación en sí y no se centran tanto en el contenido, había otros muchos en los que lo interesante sí era lo que se decía.
Así, al igual que en el caso de Google y el conocido con anterioridad que realizaba Amazon, se cuestiona hasta qué punto se mantiene la coraza que protege los datos más personales de los usuarios. Y, sobre todo, que otra persona pueda oír sus datos personales, como de hecho está ocurriendo.
Condiciones de trabajo
En el caso de los transcriptores de Apple, las condiciones laborales eran bastante mejores que la de los empleados que realizaban esta labor para Google, aunque el trabajo es casi idéntico. Los revisores consultados confirman que no cobraban por audio realizado, sino que tenían un salario mensual. «Se podía elegir el número de horas contratado. En mi caso estaba a tiempo parcial, a 30 horas semanales, y ganaba 1.100 euros brutos al mes». Eso sí, tenían un objetivo que cumplir de audio escuchado de unos 150 archivos por hora. Es decir, tenía que revisar unas 4.500 grabaciones a la semana.
Los expertos en idioma consultados empleados para Apple trabajaban en las oficinas de la empresa externa subcontratada. “Nos imponían además algunos temas de confidencialidad y no podíamos sacar documentos como el manual de trabajo”, aseguran, aunque las quejas principales son sobre la falta de control, ayuda y preparación del personal. “Nos daban el manual y te la tenías que apañar. No había mucho control”, explican los revisores.
En lo que sí había un control estricto era en número de grabaciones realizadas, algo que, en caso de incumplimiento, era motivo de despido. “Lo fueron modificando varias veces en los meses en los que estuve trabajando para esta empresa. De hecho, en mis últimas semanas allí, el objetivo marcado era prácticamente imposible de cumplir y ellos lo sabían”, asegura un exempleado.
Fuente: El País