Los miembros del Congreso de Estados Unidos, republicanos y demócratas, se pusieron de pie una y otra vez este miércoles por la noche, casi ahogando al presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, en una emotiva ovación. Fue una velada extraordinaria, como colofón a un día insólito en un momento crucial de la historia.
Toda la jornada estuvo dirigida a tres públicos: el pueblo estadounidense y sus dirigentes, el pueblo ucraniano y el presidente de Rusia, Vladimir Putin. El mensaje de Zelensky resonó con fuerza en todos ellos: desde el momento en que aterrizó en Estados Unidos, ataviado con su característica indumentaria verde oliva, pasando por la calurosa bienvenida que le dispensó en la Casa Blanca el presidente Joe Biden, hasta el entusiasta recibimiento en el Congreso, un lugar donde pocos líderes extranjeros tienen el honor de hablar ante una reunión conjunta de las dos cámaras.
El objetivo de la visita era convencer a los estadounidenses de que sigan apoyando a Ucrania, mostrar a los ucranianos que hay motivos para mantener la esperanza y la resistencia y demostrar a Putin que Ucrania no está dispuesta a cejar en su empeño.
El presidente de Ucrania es un orador elocuente, pero las imágenes por sí solas hablaron con gran fuerza. La mano de Biden La calidez que desprendían tantos miembros del Congreso al saludarle. Y luego estaban las palabras.
Imagínense ser Putin, que ayer mismo visitó a uno de sus escasos aliados, el presidente de Belarús, Alexander Lukashenko, y ver cómo los políticamente polarizados Estados Unidos se unen para abrazar a Zelensky.
Imagínense a Putin escuchando a Biden decir, como hizo en una rueda de prensa en la Casa Blanca después de hablar con Zelensky durante más de dos horas: “Y era muy importante para él y para todo el mundo ver que el presidente Zelensky y yo estamos unidos, dos países juntos, para asegurarnos de que no puede tener éxito….”. “Es importante que [Putin] sepa que vamos a hacer todo lo que esté en nuestro poder, todo lo que esté en nuestro poder para que [Zelensky] triunfe”.
El presidente de Ucrania tuvo por fin esa visita a la Casa Blanca que había solicitado hace años al presidente Trump, con la esperanza de que la imagen disuadiera la agresión de Putin. La visita tendría que esperar a otro presidente estadounidense, y sería demasiado tarde para evitar el asalto de Putin.
Zelensky hizo su histórico viaje en un momento crucial en lo que las generaciones futuras pueden llegar a considerar como uno de los conflictos definitorios de nuestro tiempo: la batalla entre la democracia y la autocracia, en la que Ucrania es hoy la línea del frente ardiente, empapada de sangre y temblorosa.
Vino a decir a los estadounidenses “gracias”. Y lo repitió una y otra vez. “Espero que mis palabras de respeto y gratitud resumen en cada corazón estadounidense”. Pero eso fue solo la primera parte de su mensaje al país que ha suministrado las armas que han ayudado a Ucrania a defenderse de un enemigo mucho mayor: Zelensky vino a explicar por qué esta no es solo la lucha de Ucrania.