La incautación de armamento pesado por parte de la Marina de El Salvador a una embarcación ecuatoriana proveniente de México, que transportaba armas como fusiles AK-47, AR-15, un rifle de francotirador y una ametralladora, evidencia el aumento del tráfico de armas en Ecuador.
De acuerdo con el Ministerio del Interior, hasta julio de 2024 se han confiscado 6,437 armas a organizaciones criminales, lo que representa un incremento de 1,300 decomisos en comparación con el mismo periodo en 2023 y 2022, y 1,800 más que en 2021.
Este aumento incluye un notable incremento en la incautación de armas largas, utilizadas en numerosas matanzas en espacios públicos y residenciales. Hasta julio de 2021, se confiscaron 22 fusiles, mientras que en 2024 las fuerzas de seguridad han retirado 253 de estos armamentos.
Además, el personal de Medicina Legal ha observado un aumento reciente en asesinatos cometidos con estas armas automáticas. Aunque hasta julio de 2024 se registraron 700 homicidios menos que en el mismo mes de 2023, las estadísticas oficiales indican que en el año actual se produjeron 164 muertes por disparos de fusiles, frente a las 147 del año anterior.
Un informe del Observatorio Ecuatoriano del Crimen Organizado (OECO) detalla que el ingreso ilegal de armas a Ecuador ocurre mediante diversas rutas y métodos. Las armas, originarias de diferentes países, entran al país por tierra desde Colombia y Perú, por el océano Pacífico y mediante avionetas que transportan drogas y armas.
Las provincias de Esmeraldas y Sucumbíos, en la frontera con Colombia, son principales puntos de entrada. En Esmeraldas, existen pasos fronterizos sin control, mientras que en Sucumbíos el ingreso se realiza principalmente por vías fluviales con menos supervisión.
En noviembre de 2023, se detectó un caso significativo de tráfico marítimo de armas en las islas Galápagos, donde la Armada descubrió 122 fusiles de asalto, 48 pistolas y 124 cargadores en nueve bultos arrojados al mar por tres individuos en una lancha rápida.
La OECO señala que investigaciones sugieren un intercambio entre los cárteles mexicanos y las organizaciones criminales ecuatorianas, ya que México recibe anualmente 500,000 armas desde Estados Unidos. Parte de estas armas se venden a bandas en Sudamérica, donde se transportan por aire y se comercializan a cambio de droga, dinero, tecnología y asesoría.
Los precios de las armas varían considerablemente según el tipo y uso, con fusiles nuevos que pueden costar entre USD 8,000 y USD 15,000, dependiendo del modelo y calibre.