En Imbabura y Carchi se vive la temporada de finados con diversas costumbres que congregan a miles de personas.
En la zona norte del Ecuador, cuando llega noviembre, se evidencian diversas expresiones culturales para conmemorar el tradicional Día de Difuntos, donde las actividades giran en torno a la memoria de quienes ya no están y el compartir en sus tumbas más que solo oraciones.
En Imbabura y Carchi, cada una de las prácticas de estas fechas han perdurado en el transcurso de los tiempos y cada año se fortalecen, manteniendo viva la historia y tradición local.
Una de las costumbres más antiguas se muestra en los cementerios donde existe gran cantidad de tumbas pertenecientes a personas de la cultura kichwa, donde los niños, adolescentes y adultos comparten los actos importantes para la cosmovisión indígena.
En los cantones Otavalo y Cotacachi, donde existe el mayor porcentaje de población kichwa, durante esta época, las familias acostumbran llevar alimentos a los campo santos, que normalmente los colocan sobre un mantel junto al mausoleo, para consumirlo y compartirlo con sus vecinos y las almas de los difuntos.
Mote, tostado, cuy, arroz, papas con berro, frejol, frutas, huevos, la tradicional colada morada, chicha o el champús, son los platillos de la gastronomía local que mayormente se preparan para estas fechas.
“Las serenatas con ritmos andinos y cantadas en kichwa también son parte de esta tradición; al igual que pagar a una persona para que con agua bendita y con el sonido de una pequeña campana recorra las tumbas orando junto a los deudos”, reseña la Asociación de Municipalidades del Ecuador (AME).
Ramiro Ruiz, historiador imbabureño, señala que el 2 de noviembre las familias indígenas, con sus ropas tradicionales, así como las mestizas vestidas de trajes oscuros, visitan las tumbas de parientes y amigos, para poner de manifiesto toda una gama de costumbres milenarias en Imbabura.
Dentro de la tradición indígena, expone que las familias cocinan los productos que la tierra les ofrece y se reúnen en el cementerio, donde yacen los restos de sus seres queridos, para compartir sus alimentos y bebidas, donde conversan, rezan e incluso cantan.
“A esta actividad se la denomina el Wakcha karay, donde se alista papas, mote, fréjol, tostado, nabo, carne de cuy y de gallina, champús, colada morada, guaguas de pan u otro alimento preferido por el difunto, a quien acompañan en su tumba durante todo el día”, relata.
En Cotacachi, por otra parte, a las costumbres kichwa que se viven entre el sincretismo religioso y la gastronomía tradicional, se añade el juego de trompos en las calles de los barrios.
“Los curas rezan responsos en las tumbas de los indios y reciben frutas, pan de trigo, huevos, dinero. Mientras en las tumbas de los blancos, depositan las ofrendas y tarjetas de filo negro. La visita se alarga hasta la tarde. Después del almuerzo la gente sale a las calles a mirar el juego del trompo”, explica Ruiz.
Por otra parte, el Ministerio de Turismo apunta que otro de los rituales que se realiza al norte del país consiste en “velar” a los muertos durante toda la noche.
“En Atuntaqui, el ritual empieza con la eucaristía a primeras horas de la noche del 1 de noviembre. Luego se trasladan al Cementerio Santa Marta, que se ilumina con las velas de los fieles que se congregan alrededor de las tumbas para rezar por los difuntos”, señala.