Argentina y Australia se vieron las caras en los octavos de final del Mundial de Qatar, y como se podía prever, ganó la bicampeona del mundo, 2-1. Dificultades sí encontró, durante todo el encuentro, pero Australia no tuvo los argumentos suficientes para doblegar a la albiceleste. Messi, en su partido número 1000, abrió el marcador cuando peor estaban los suyos, y en la segunda parte, un error de Ryan y la defensa australiana cedían en bandeja el segundo para Julián Álvarez. Sin embargo, un gol a 10 minutos del final insufló algo de aire a Australia, que tuvo otra en el último minuto para empatar.
En la primera parte se jugó a lo que quiso Australia. Bien replegados en un bloque muy cercano, era imposible para Argentina trenzar jugadas. A cada pase vertical, un jugador australiano saltaba a una presión intensa, casi salvaje. De hecho, el único peligro que generó Argentina fue una posible mano en el área australiana que el árbitro inmediatamente desechó como posible infracción. Más allá de eso, fue Australia la que le fue comiendo terreno a Argentina y empezó a generar peligro tímidamente, guardando más de lo que arriesgaba.
Una falta lateral en contra de Australia en el minuto 36 desencadenó el principio del fin de la eliminatoria. Fue Messi justamente quién lanzó el balón parado, centrado, duro y con comba para sorprender a Ryan. El guardameta australiano despejó, pero el rechace cayó de nuevo en las botas del ‘10’. Rápidamente, Messi trianguló con De Paul en la frontal del área, y este le devolvió un pase defectuoso que amortiguó Otamendi. Messi recogió con sutileza el balón de las botas de su compañero, y con la elegancia que le caracteriza, metió un ‘pase a la red’ sin apenas hueco ante el que nada pudo hacer el portero de los ‘Socceroos”. En su partido número 1000 como profesional, apareció como siempre para desatascar el encuentro. Todo un homenaje a su carrera ese gol.