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Los presos viven mejor que nosotros dicen militares

by Ecuador En Directo

Desde la declaratoria de estado de excepción el pasado 9 de enero, los militares armaron un campamento en una una cancha de fútbol, al sur de la Penitenciaría del Litoral, en Guayaquil. El objetivo de ellos es mantener el control, pero las condiciones en las que pernoctan no son las adecuadas. Duermen en carpas agujereadas, con hasta una docena de hombres, en colchonetas sobre ladrillos para evitar el lodo propio de las lluvias.

 “Los mosquitos no dejan dormir, los presos viven mejor que nosotros», exclamó un militar al hacer referencia a las condiciones en las que permanecen durante los 12 días que debe estar ahí, antes de irse a sus dos días francos.

El estado de excepción de 60 días podría extenderse por un mes más. Pero el objetivo del Gobierno es mantener de forma permanente la militarización de las cárceles, incomunicando a los cabecillas quienes gobiernan desde las carceles. Esta es una estrategia que busca reducir hasta en un 50% los delitos y crímenes en las calles, según estima la Policía Nacional. 

«Todos los días se hace revista con perros en los pabellones. Y casi a diario, volvemos a encontrar armas y dinamita. Entonces, el riesgo aún es latente. Incluso para un militar resulta impactante todo lo que se ve allí dentro. Ahí se ve la verdadera fuerza de cada uno.  Yo comencé trabajando en patrullaje en las calles (en el inicio del estado de excepción), pero unos días después nos mandaron para la Penitenciaría. Ahora prácticamente estamos viviendo allí y uno sale de visita a su casa.  Trabajamos 12 días de corrido y salimos dos días francos, libres, para volver de nuevo 12 días más. En esos dos días uno sale a reabastecerse, a tomar fuerza, a ver a su familia», dijo un militar en una entrevista para un diario local.

Fuera de las condiciones de extremo esfuerzo que realizan, deben cuidarse d las enfermedades que tiene los reos como la tuberculosis. Indican que la comida que reciben no es mala y que además la gente los anima al llevarles dulces y frutas.

«La mayor parte del tiempo la pasamos en el campamento (como fuerza de reacción) y el personal se turna cada seis horas de guardia. En esas seis horas te puede tocar cuidar el perímetro o, lo más peligroso, entrar a los pabellones a pasar una nueva revista.  En mi carpa dormimos apretadas nueve personas, tuvimos que poner plásticos arriba porque por las costuras de la lona se filtra el agua, con las lluvias; pero aún así caen goteras.  El calor y los mosquitos son otro problema, no te dejan dormir. Por eso es que el compañero le pasó diciendo (con rabia) eso de que ‘los presos viven mejor que nosotros’. Los reos están sin luz, pero duermen bajo techo y en sus catres en las noches de lluvia, a eso se refería», citó un uniformado.

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