No solo problemas ambientales empañan la operación del SOTE, el mayor oleoducto petrolero de Ecuador. El transporte de crudo cae, en medio de problemas de mantenimiento y falta de inversión.
El transporte de petróleo del SOTE se viene reduciendo de manera progresiva y sostenida en los últimos ocho años, en medio de una drástica reducción del presupuesto para su operación e inversiones. Construido en 1972 por la empresa William Brothers, el SOTE es una tubería que recorre 500 kilómetros desde la ciudad de Lago Agrio, donde se recibe la producción de los campos petroleros de la Amazonía ecuatoriana, hasta el terminal petrolero de Balao, en Esmeraldas.
Hasta 2016, el SOTE venía operando a su plena capacidad, que son 360.000 barriles diarios de petróleo, pero luego el transporte de petróleo fue cayendo de manera progresiva.
Uno de los factores que explica esa caída fue la decisión del Estado de no pasar el petróleo que le entregaba la empresa china Andes Petroleum como parte del contrato de prestación de servicios por el SOTE a inicios de 2022, unos 30.000 barriles diarios, sino por OCP.
El exministro de Energía, Fernando Santos Alvite, explica que si bien la decisión dejaba al Estado sin percibir la tarifa que cobraba el SOTE y más bien se beneficiaba al OCP, que en ese entonces era privado, hubo razones técnicas relacionadas con la calidad del petróleo.
Otra de las razones que explica el desempeño negativo del SOTE son los recortes en los gastos y la inversión para su operación. Lo evidencian los datos oficiales sobre el presupuesto que destina Petroecuador al área de transporte de petróleo y derivados, que incluye la operación del SOTE.
Hasta antes de 2019, el presupuesto de gastos para la operación del área de transporte de Petroecuador siempre superaba los USD 150 millones, pero en 2020 se lo redujo a USD 103 millones. En 2021 y 2022 el presupuesto subió en algo hasta alrededor de USD 120 millones. Y recién a partir de 2023 se le restituyó su presupuesto y volvió a contar con USD152 millones anuales.
Las inversiones cayeron más drásticamente para el área de transporte en Petroecuador a partir de 2017. El área de transporte tuvo un presupuesto de inversiones de USD 109 millones en 2016, mientras que en 2017 bajó a USD 15 millones. Los siguientes años continuó su caída hasta llegar a solo USD 1,9 millones en 2022. En 2024, la inversión fue de USD 4,1 millones.
El exgerente de Transporte y del SOTE de Petroecuador, José Sánchez, dice que hasta antes de 2016 los distintos gobiernos le dieron alta prioridad al oleoducto estatal por ser una actividad neurálgica, pues de este depende que el país pueda sacar su petróleo desde la Amazonía hasta Esmeraldas, desde donde se exporta.
Pero luego, a partir de 2017, no le han proveído de fondos suficientes, pese a que no necesita un presupuesto tan alto para operar.
Sánchez dice que el presupuesto requerido por el SOTE no pasa de los USD 80 millones al año y, de esos, 60% son combustibles que produce la propia Petroecuador.
Fuera de combustible, lo que gasta el SOTE en insumos, mantenimiento y otros gastos no sobrepasa los USD 30 millones o USD 40 millones al año. Pero, dice Sánchez, le han reducido a la mínima expresión, no han comprado repuestos, eso comenzó en 2017 y la situación se ha agravado desde entonces.
Los problemas se hicieron más evidentes en 2023, cuando el entonces gerente de Petroecuador, Reinaldo Armijos, reconoció que había fallas en los motores para el bombeo, lo que estaba provocando una reducción de la velocidad en los procesos de transporte.
«No se ha dado el mantenimiento de esos motores o no se han comprado los repuestos», dijo en ese entonces Armijos. Y señaló que esos problemas se arrastraban desde hace años.
Para poder movilizar 360.000 barriles diarios, a su máxima capacidad, el SOTE cuenta con seis motores más uno auxiliar en cada estación de bombeo. El SOTE cuenta con seis estaciones de bombeo y cuatro estaciones reductoras de presión.
Pero que ahora solo transporte 275.600 barriles diarios refleja que el SOTE solo opera con cuatro motores en cada estación y que, probablemente, no operen las 24 horas.
La última modernización que se hizo en el SOTE se hizo entre los años 2001 y 2015, cuando se instaló sistemas electrónicos digitales, sensores, sistema Scada que permite supervisar en tiempo real la operación del ducto, control de incendios y se soterró el ducto en un 90%, entre otras tareas.
Si bien los motores son antiguos, siempre funcionaron bien con el adecuado mantenimiento, dice Sánchez, que explica que son motores que se siguen usando en Canadá y la India. Pero si se compran repuestos que no son bajo especificaciones del fabricante, estos van a durar mucho menos, dice Sánchez.
Otro problema enfrenta el oleoducto estatal SOTE es la erosión regresiva del río Coca que provocó una rotura en abril de 2020 y varias suspensiones de operación desde entonces. La erosión regresiva es un extraño fenómeno que provoca el socavamiento del lecho del río y el desmoronamiento de sus márgenes.
Hasta ahora Petroecuador ha construido ocho variantes de su tubería ante los riesgos de la erosión, pero la solución definitiva es la construcción de una nuevo trazado del ducto que pase por la margen derecha del río y que podría costar unos USD 200 millones.