El Hospital General Monte Sinaí, ubicado en el distrito Nueva Prosperina, Guayaquil, se ha convertido en el centro de una grave crisis de seguridad, según denuncias de médicos y pacientes que aseguran que el establecimiento está bajo control de grupos criminales. Considerado uno de los distritos más peligrosos del país, el hospital atiende diariamente casos de violencia y recibe constantemente personas heridas por armas de fuego, agravando el ambiente inestable.
Los empleados denuncian que las mafias dominan el espacio, interfiriendo directamente en el funcionamiento del hospital. La unidad, utilizada habitualmente por la Policía Nacional para atender a presos heridos, se convierte también en un punto de fuga de los reclusos, aprovechando fallos de seguridad interna, especialmente en horario nocturno, cuando la vigilancia se reduce.
Informes internos indican que los protocolos de seguridad, como el Código Plata —mecanismo que se activa ante situaciones de riesgo en los centros médicos—, suelen ser insuficientes ante el accionar de las organizaciones criminales. Los médicos dicen que no pueden intervenir cuando los reclusos se escapan y que los guardias carecen del equipamiento necesario para lidiar con posibles ataques armados.
La situación ha empeorado con el aumento de las quejas sobre la falta de control y supervisión en el hospital. Los pacientes, temiendo por su vida, relatan episodios de intimidación al interior de las instalaciones, donde el miedo constante flota en el aire y las autoridades médicas parecen impotentes ante la presencia del crimen organizado.
La crisis en el Hospital Monte Sinaí revela la propagación de la delincuencia en espacios públicos esenciales de Guayaquil, lo que aumenta las preocupaciones sobre la seguridad de los profesionales de la salud, los pacientes y los ciudadanos. El clamor por acciones concretas por parte del gobierno y las autoridades policiales se está intensificando.