El expresidente Rafael Correa rompió completamente vínculos con la asambleísta electa Mónica Salazar. En una entrevista concedida a medios locales, Salazar asegura que Correa le envió un mensaje directo diciéndole que «no quiere volver a hablar» con ella, terminando así cualquier posibilidad de diálogo.
La división se produce luego de que Salazar anunciara su salida de la bancada Revolución Ciudadana, movimiento liderado por Correa. Relata que, aún después de declararse independiente, siguió sufriendo represalias internas, como la negativa a cambiar su curul en la Asamblea y la exclusión de las decisiones del partido mientras estaba en el exterior defendiendo al ex vicepresidente Jorge Glas.
Salazar también menciona que, ante la falta de apoyo de la dirigencia del partido, intentó comunicarse directamente con Correa para coordinar sus actividades legislativas. Sin embargo, recibió una respuesta negativa del expresidente, quien dijo que ya no quería tener contacto con ella. “Él terminó de cortar el cordón umbilical que me unía a la Revolución Ciudadana”, declara el asambleísta.
La situación de Salazar pone de relieve las tensiones internas dentro del movimiento correísta, especialmente en lo que respecta al trato a sus miembros que expresan opiniones disidentes o enfrentan dificultades personales. La falta de apoyo y la exclusión de decisiones importantes indican una posible intolerancia hacia las voces disidentes dentro del partido.
Hasta el momento, Rafael Correa no se ha pronunciado públicamente sobre las declaraciones de Salazar. La falta de respuesta del expresidente plantea interrogantes sobre la gestión de los conflictos internos y la apertura al diálogo al interior de la Revolución Ciudadana.