Home NacionalesEcuadorAustro ecuatoriano vive jornada de resistencia en medio de represión y visita presidencial

Austro ecuatoriano vive jornada de resistencia en medio de represión y visita presidencial

by Ecuador En Directo

La jornada de este 7 de octubre en Ecuador, refleja con fuerza el pulso entre un pueblo movilizado y un Gobierno decidido a imponer su agenda en medio del paro nacional. En la provincia de Cañar, específicamente en el cantón El Tambo, se registran enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas policiales, mientras el presidente Daniel Noboa visita la localidad. La tensión escala rápidamente, pues la visita presidencial ocurre en el epicentro de la resistencia indígena y campesina, donde las comunidades ven la presencia oficial no como un gesto de desarrollo, sino como una provocación en medio de la crisis social que atraviesa el país.

Desde primeras horas de la mañana, grupos de indígenas y pobladores locales se concentraron en el parque central de El Tambo. La Unión Provincial de Comunas y Cooperativas Cañaris convocó a la marcha de resistencia, denunciando que los programas del Gobierno no atienden las verdaderas necesidades de la población, mientras se siguen aplicando medidas que golpean a los sectores rurales, como la eliminación del subsidio al diésel. Los participantes en la movilización portan banderas y pancartas con mensajes contra el régimen, exigiendo respeto a los derechos colectivos, inversión en servicios básicos y un verdadero diálogo con las comunidades.

Sin embargo, un fuerte contingente de militares y policías fue desplegado para custodiar la agenda presidencial. Apenas empezaron las consignas contra Noboa, las fuerzas de seguridad intervinieron con gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes, generando caos y escenas de represión en las calles del cantón. Testigos reportaron heridos y detenidos, mientras la Conaie denunció por redes sociales el uso excesivo de la fuerza contra quienes ejercen su derecho legítimo a protestar. Lejos de sofocar la movilización, la represión incrementa la indignación y refuerza el espíritu de resistencia.

Noboa participó de la entrega de un sistema de alcantarillado y supervisó una planta de tratamiento de aguas residuales en El Tambo, intentando mostrar gestión y cercanía con las comunidades. Empero, para los líderes indígenas y locales, estas inauguraciones son gestos simbólicos que buscan maquillar la realidad de un país sumido en la desigualdad, la falta de empleo y el alza del costo de vida. La presencia presidencial, lejos de generar confianza, es vista como un despliegue de poder que busca legitimar una agenda que no escucha a los pueblos.

La resistencia no se limita a Cañar. En varias provincias del país persisten los bloqueos de vías y movilizaciones. En Imbabura, Pichincha y Chimborazo, los caminos se cierran intermitentemente pese a la presión policial, mientras en Cuenca los manifestantes también marcan presencia en rechazo a la visita de Noboa a una unidad educativa. Estos escenarios muestran que el paro nacional, iniciado el 22 de septiembre, sigue con fuerza y encuentra nuevos focos de organización, demostrando que el descontento no es aislado, sino parte de un reclamo nacional contra las políticas gubernamentales.

El discurso oficial insiste en hablar de “orden” y en aplicar la ley frente a lo que califica de actos violentos. En contraposición, organizaciones de derechos humanos, colectivos sociales y observadores internacionales ya advierten sobre la grave situación de represión que atraviesa Ecuador. El uso de gases, detenciones arbitrarias y el despliegue militar en zonas rurales son cuestionados por su carácter desproporcionado, mientras la CONAIE recuerda que las movilizaciones son pacíficas y que las comunidades solo defienden sus territorios, su dignidad y el derecho a vivir con justicia.

En Cuenca, el presidente Daniel Noboa instó a la población a «no seguir el mal ejemplo» de quienes, según él, intentan paralizar el país mediante manifestaciones. Argumenta que las protestas son promovidas por fuerzas políticas interesadas en desestabilizar al Gobierno.

Su discurso, pronunciado en medio del paro nacional, busca reforzar la narrativa del Estado —que las protestas son manipuladas por agentes externos—, ignorando las demandas de las comunidades e intensificando el enfrentamiento simbólico entre el poder y la movilización.

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