Las fuerzas militares y de seguridad birmanas “deben poner fin a su brutal represión de las protestas pacíficas”, “deben dejar de matar a los manifestantes y de encarcelarlos”, exigió la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, en un comunicado especial emitido después del “día más sangriento” desde el Golpe de Estado del 1 de febrero. El miércoles pasado, 3 de marzo, al menos 30 personas murieron en la represión de las protestas en curso, según la Organización de las Naciones Unidas.
La Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, condenó enérgicamente el uso de “munición real” por parte de las fuerzas de seguridad contra civiles, así como los ataques contra “personal de ambulancia” que intentaba ayudar a los heridos.
Michelle Bachelet dijo que la Oficina de Derechos Humanos de la ONU, ha “confirmado información” sobre la muerte de al menos 54 manifestantes durante la represión de las protestas contra la Junta Militar. El número de heridos -según “información fidedigna” de la ONU-, asciende a cientos. La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, también dijo que más de 1.700 manifestantes ya han sido arrestados y que están bajo custodia. Solo el miércoles pasado, los agentes de seguridad detuvieron al menos a 700 personas en todo el país. “El número real de detenidos es probablemente mucho mayor”, admite Michelle Bachelet, señalando que se llevaron a cabo manifestaciones en 537 ciudades y pueblos de todo el país, y no hay información oficial sobre los arrestos y la suerte de los detenidos.