Los devastadores incendios en Australia de 2019-2020 esparcieron tal cantidad de partículas de humo por la estratosfera que cubrió el hemisferio sur durante meses y generó niveles récord de aerosoles atmosféricos, según un estudio israelí con mediciones satelitales publicado este viernes en la revista Science.
Los científicos se apoyaron con imágenes satelitales del incendio.
Los fuegos forestales, que en su conjunto calcinaron un área con una extensión similar a la de Siria, causaron un impacto atmosférico comparable “al de una erupción volcánica moderada”, lo que significó “un aumento extremo” de partículas en el aire, con tasas disparadas en 2020 “algunas de las más altas jamás vistas”.
Esta “anomalía”, provocada por “la intensidad” y la extensión generalizada de los incendios en el país oceánico, afectó en gran medida a la estratosfera, la capa superior de la atmósfera, donde se expandió una neblina cargada de millones de toneladas de humo.
Los científicos israelíes Ilan Koren, del Instituto Weizmann de Ciencias, y Eitan Hirsch, del Instituto de Investigación Biológica de Israel, llegaron a esta conclusión al registrar altos niveles de profundidad óptica de aerosoles, una medición usada para calcular la carga de estas sustancias en la atmósfera y sus efectos radiactivos.
Los aerosoles atmosféricos son partículas sólidas o líquidas suspendidas en la superficie de la tierra o la atmósfera, afectan al clima global y su emisión provoca contaminación a nivel planetario.
En 2020, las sustancias derivadas del humo australiano excedieron la media mensual del hemisferio sur, y fue “tres veces superior” en el mes de enero, concretó el Instituto Weizmann en un comunicado. Estas alteraciones “incluso eclipsaron” los niveles de aerosoles registrados tras la erupción volcánica del monte Pinatubo en 1991, la más grande de los últimos 100 años, destacó el estudio.
A través de datos satelitales también identificaron una neblina estratosférica que cubría parte del hemisferio sur y el sureste de Austraia. Esta alcanzó su punto álgido en los primeros tres meses de 2020, y duró hasta julio. En este período, en lugares tan lejanos como Chile, “la gente respiraba partículas de los fuegos” de Australia, explicó Hirsch.
Tras penetrar en la estratosfera, donde el aire se mueve de manera constante y lineal, las partículas se esparcieron “lentamente alrededor de todo el hemisferio”. A su vez, “permanecieron en el aire” más tiempo del que suelen estar en la capa atmosférica inferior, donde se disipan en pocos días, señaló el científico.
Otro de los posibles efectos del humo habría sido el enfriamiento de las regiones oceánicas afectadas, aunque aún se desconoce cuánto pudo influir esto sobre el medio marino o los patrones climáticos.