Los fines de semana, debido a otras restricciones, más del 90% de los chilenos tendrán que encerrarse en sus casas.
El gran aumento de casos de COVID-19 en Chile ha provocado que las autoridades de ese país decidiera volver a poner a más del 80 % de la población -por encima de los 14 millones de personas- en confinamiento desde este sábado.
El fuerte aumento de los contagios tiene en jaque al sistema sanitario, pese a una impresionante campaña de vacunación.
El porcentaje de población confinada, que hasta este jueves era del 74 %, aumentará así hasta más del 80 % con el confinamiento de 31 barrios más en todo el país, 14 de ellos en Santiago, en los que estarán cerrados todos los comercios que no sean de primera necesidad y los restaurantes.
En las últimas 24 horas, se sumaron 122 fallecimientos y 7.023 contagios, superando la barrera de los 7.000 por segunda vez desde el máximo histórico del pasado sábado, lo que deja el balance total de la pandemia en 954.762 casos y 22.524 muertes por SARS-CoV-2.
Las autoridades sanitarias también confirmaron la presencia de “45 casos de la variante brasileña” además de “64 casos de la variante británica”, por lo cual desaconsejaron los viajes y hacer turismo.
Entre las nuevas restricciones indicaron que aquellos pasajeros provenientes de Brasil deberán, a partir de este mismo jueves, alojarse tres días obligatoriamente en un hotel sanitario y otros 7 días en su residencia.
Además, desde el 31 de marzo toda persona que ingrese al país desde el extranjero tiene que estar cinco días en un hotel sanitario pagado por el viajero, con excepción de aquellos que iniciaron el viaje antes del 27 de marzo.
“Este no es el tiempo para el viaje, no es el momento para el turismo”, dijo Jaime Bellolio, vocero de Gobierno que participó de la rueda de prensa con el ministerio de Salud.
Durante la jornada, se reportaron 7.023 nuevos casos y 122 fallecidos, para un total de 954.762 contagiados y 22.524 decesos confirmados desde el inicio de la pandemia.
Tras un 36% de aumento de los contagios en las dos últimas semanas, gran parte de este país de 19 millones de habitantes volvió a las cuarentenas estrictas. En 2020, Chile tuvo uno de los confinamientos más prolongados del mundo con toque queda nocturno.
“Todo esto es por la irresponsabilidad de la misma gente”, se queja Víctor Opazo, de 67 años, en el centro de Santiago. “La gente se fue a la playa y se olvidó del mundo y ahora se están pagando las consecuencias”, dice, lamentando la relajación de la población durante el verano austral.
Las medidas incluyen también el cierre de supermercados durante el fin de semana.
El sábado y el domingo más del 90% de Chile deberá encerrarse en sus hogares ya que además de la Región Metropolitana, que alberga la capital y donde viven más de 7 millones de personas, hay otras regiones del país que desde la segunda semana de marzo están con cuarentenas obligatorias los fines de semana.
Este retroceso se produce en un momento en que la campaña de vacunación masiva, que empezó el 3 de febrero, anota un récord de más de 6 millones de personas que han recibido al menos una dosis de la vacuna del laboratorio chino Sinovac o del estadounidense Pfizer.
Suman más de 3 millones las personas que completaron su inmunización, entre ellos los mayores de 70 años.
Pero la segunda ola, que comenzó en diciembre con la llegada del verano, se agravó después de febrero, el de mayor movilidad por vacaciones, y en los últimos días se han alcanzado máximos históricos en las cifras de casos nuevos diarios.
La ocupación nacional de camas en unidades de cuidados intensivos llegó al 95 %, su nivel más alto hasta la fecha y con varias regiones colapsadas, según un informe de la Universidad de Chile, la Universidad Católica y la Universidad de Concepción.