Hace dos semanas, la Academia premió este documental de Netflix que narra la relación emocional entre un abatido buzo a pulmón y un sabio molusco.
La entrega de los premios Óscar tiene la capacidad de, año a año, recomendar al público global cuáles son aquellas producciones que pueden sacudir las fibras más profundas del espíritu humano desde los aspectos técnico, visual, narrativo, creativo o emocional.
Mi maestro el pulpo tiene todo aquello gracias a la dedicación (¿u obsesión?) de Craig Foster por seguir a diario, durante casi un año, la rutina submarina de un pequeño pulpo común (Octopus vulgaris) en lo profundo de un bosque de algas en la zona de Cabo Occidental, Sudáfrica.
“Para muchas personas, un pulpo es como un alien, pero lo extraño es que cuando te acercas te das cuenta de que somos parecidos en muchas maneras”, comienza narrando Craig en este documental que logra resumir temas como la amistad, el compromiso, la confianza, la supervivencia, el miedo, la reconciliación, la resiliencia, la sanación, la inteligencia animal y el amor en solo una hora y 25 minutos.
Sí, en efecto, este largometraje dirigido por Pippa Ehrlich y James Reed muestra que un invertebrado de cuerpo casi líquido puede enseñarnos todo eso a los seres humanos que tengamos la voluntad de sumergirnos en aquel mundo silvestre.
El primero en hacerlo fue Craig, quien se presenta como un camarógrafo y productor de documentales de vida silvestre que en su edad madura había llegado a un momento de hastío en su carrera profesional y vida cotidiana, lo cual también afectó la relación con su esposa e hijo de 9 años de edad.
Su respuesta fue aislarse, como si fuera un monje tibetano, pero sin Tíbet y sí con mucho océano Atlántico como refugio, a través de inmersiones habituales en una locación próxima a su domicilio costero, limitado solo por la capacidad de sus pulmones para contener el aliento, porque renunciaba también al tanque de oxígeno para perturbar lo menos posible en ese nuevo ambiente de agua fría que empleó como medicina emocional.
Así tuvo un primer encuentro con esa criatura invertebrada que la mayoría de los seres humanos solo hemos visto como un delicioso marisco. Sin embargo, los descubrimientos de Craig en ese pulpo hembra invitan a cuestionarnos sobre la infinita complejidad de una naturaleza animal infravalorada y profundamente desconcertante.
Aquel primer acercamiento le mostró una conducta que no tiene ningún registro científico previo, según Craig averiguó posteriormente: el pulpo había usado sus ventosas para cubrirse con conchas marinas en una especie de camuflaje. ¡Parecía una roca sembrada de corales!
Ese hecho sembró su curiosidad y comenzó, día a día, inmersión tras inmersión, a ganar la confianza de ese molusco que le demostró su gran inteligencia a través de sus rutinas de cacería y de ingeniosa supervivencia (mientras es perseguida por un tiburón, y al verse casi perdida en esa mortal trampa de dientes, toma la genial decisión de subirse a su lomo, es decir, el único lugar que le permitiría escapar de la muerte).
El pulpo le demuestra cada día una astucia sorprendente, pero Mi maestro el pulpo supera ampliamente la simple admiración hacia esa especie, para aterrizar la historia en la genuina relación emocional que llegaron a compartir ambos seres tan distintos: uno de tierra, aparentemente superior, y otro de mar, de apariencia insignificante, que de manera insólita llegan a compartir el 80% de la existencia del segundo (los pulpos tienen un promedio de vida de un año).
“Me enamoré de ella”, confiesa Craig tras haber sido testigo de buena parte de los ciclos naturales de su amiga pulpo, cuyo hábito de comportamiento funcionó como sabio consejo que lo fue ayudando a resolver aquel difícil momento de indiferencia existencial que lo había llevado a buscar consuelo en aquel océano que había conocido desde su infancia, cuando realizaba sus primeras inmersiones como parte de sus juegos de la niñez.
Mi maestro el pulpo transcurre mostrándonos, a través también de una fotografía fantástica, que Craig llega a convertirse en el buen alumno de ese pulpo hembra, tan llena de sabiduría y emociones, que durante su breve vida le dio una lección de aquello que muy bien podemos interpretar como humanidad.
Foto cortesía Netflix