El país ocupa el segundo lugar en desnutrición crónica en menores de 5 años en Latinoamérica, detrás de Guatemala, según informe del 2020 de la Cepal.
Cada vez llegan más niños a los consultorios médicos con el mismo mal: desnutrición crónica infantil, que se traduce en un déficit de talla o baja estatura para su edad (por ejemplo, tiene 4 años, pero parece de 2) y que conlleva luego otras enfermedades como diabetes, obesidad, hipertensión… Y esto ocasiona también problemas de aprendizaje, dificultades para insertarse en diversos escenarios a corto y a largo plazo, como el laboral cuando sea adulto, cuentan expertos en materia.
El pasar en casa, confinados, por la pandemia del COVID-19 ha aumentado los casos y también ha empeorado los cuadros e incluso los indicadores, dicen las cifras oficiales, organismos internacionales de salud y médicos pediatras consultados por este Diario.
Antes de la pandemia, en Ecuador ya se había incrementado el porcentaje de menores de dos años con desnutrición crónica. De 24,8% que era la cifra en el 2014 se pasó a 27,2% en el 2018, exponen los datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut), realizadas en esos años por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC). Y 1 de cada 4 niños menores de 5 años en el país tenía desnutrición crónica.
Ecuador incluso ocupa el segundo lugar en desnutrición crónica infantil en menores de 5 años en Latinoamérica, detrás de Guatemala, según un informe de la Comisión Económica para América Latina (Cepal), de las Naciones Unidas, convirtiéndose en un serio problema de salud pública.
De no tomarse correctivos, como fortalecer las políticas públicas y ponerlo como prioridad en la agenda del nuevo gobierno, Ecuador tendría en 20 años una población con altísimos casos de diabetes, obesidad, sobrepeso, hipertensión, entre otros problemas de salud pública, que terminarán costándole más al Estado, pues deberá invertir en tratar estas dolencias que se pueden evitar, coinciden expertos y organismos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Solo la malnutrición en Ecuador representa un costo de hasta el 4,3% del producto interno bruto (PIB), refieren agencias del sistema de Naciones Unidas, Unicef. La cifra sale de un estudio sobre el impacto social y económico de la doble carga de la malnutrición en Chile, Ecuador y México (liderado por el Programa Mundial de Alimentos).
Adrián Díaz, representante interino de la OMS/OPS en Ecuador, cuenta que hablar de desnutrición crónica infantil no es referirse únicamente a la ingesta de comida, porque también está la desnutrición aguda, que es cuando los niños están bien delgados o flacos (como se conoce popularmente) por falta de alimentos.
Además, agrega que la desnutrición crónica infantil, que se ve físicamente en el retraso del crecimiento en talla, tiene diversas causas directas y estructurales que no se resuelven solo con un programa de alimentos, asegura Díaz. Para aquello hay que trazar una política pública de manera horizontal y vertical, donde estén involucrados y trabajen de manera articulada, y hacia el mismo objetivo, varios ministerios, dependencias del Estado, gobierno Central y los locales, entre otros.
La prevención y la atención debe empezar desde la gestación, con la madre, quien debe acceder a programas de salud (y también a otros socioeconómicos y estatales, que cubran temas como los servicios básicos), incluso desde antes del embarazo, y seguir con el nacimiento del niño (vacunación, controles médicos, donde se vea su crecimiento y desarrollo, nutrición, consejería, además de otros programas).
Por eso se habla de los 1.000 primeros días de vida, que son claves para evitar la desnutrición crónica en los menores de dos años, sostiene Díaz. Este periodo incluye los nueve meses de gestación de la madre.
Cuando se diagnostica el retraso en el crecimiento no hay marcha atrás en sus consecuencias, afirma Díaz.
Tungurahua, Chimborazo, Santa Elena, Cotopaxi, Bolívar y Pastaza son las provincias con mayor prevalencia de desnutrición crónica en menores de dos años en Ecuador, con más del 34%, según las cifras de Ensanut 2018. Le siguen con altos indicadores Sucumbíos, Orellana, Morona Santiago, Imbabura, Azuay, Zamora Chinchipe, Carchi, Cañar, Manabí y Galápagos, que tienen entre 33 y el 28%.
La doctora Sandra Lara Maruri, especialista en Pediatría, dice que también se ha incrementado la incidencia de desnutrición crónica infantil en los casos que atiende en Guayaquil. Uno de los problemas actuales, agrega, es la falta de acceso a la prevención (las madres y los niños no están acudiendo a las consultas de rutina).
Algunos programas o proyectos, estatales y privados, se han visto también alterados o limitados por la pandemia y aquello también ha impedido que muchos accedan a controles y educación, justifican los padres.
Un niño con desnutrición crónica infantil presenta también problemas físicos o visibles como piel seca, edemas, falta de coloración en el cabello, bajo desarrollo. Y al tener anemia también están expuestos a más sobreinfecciones y por ende a enfermarse de manera más seguida.
Mientras más rápido se actúe, mejor, sostiene Lara y agrega que el bajar el índice de desnutrición infantil crónica está también dentro de los objetivos sostenibles del Gobierno ecuatoriano. Y para ello hay algunos planes de prestaciones de servicios, como los de salud, gratuitos, que incluyen controles prenatales, natales, los esquemas de vacunación que deben aplicarse, la promoción de la lactancia materna y del cuidado de los 1.000 primeros días de vida, entre otros.
La educación también es clave para disminuir la desnutrición crónica infantil, ya que los niños aprenden por imitación. Y si papá y mamá consumen snacks y gaseosas, los niños van a seguir los mismos pasos, afectando su salud, cuenta el doctor Vladimir Vélez, especialista en Pediatría y Nutrición.
Por eso, para él es importante la promoción de salud, la educación que reciban los padres (de cómo cuidarlos, qué alimentos son los indicados), así como los controles pediátricos que incluso pueden hacerse de manera virtual por la pandemia del COVID-19. En esos chequeos o citas médicas, los padres también reciben orientación, conocen más sobre la buena nutrición, descartan mitos y creencias, entre otros, agrega Vélez.
1 de cada 4 niños menores de 5 años tiene desnutrición crónica infantil en Ecuador, según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2018.
35 de cada 100 niños de entre 5 y 11 años presentaba sobrepeso y obesidad, reflejó también la encuesta Ensanut 2018.
Obesidad y diabetes, entre los casos que han aumentado en Guayaquil
El sedentarismo o el estar en casa sin hacer actividad física, por la pandemia del COVID-19, pasa factura a los niños, ya que aumenta problemas de salud como obesidad, diabetes y desnutrición en infantes, cuentan médicos que atienden ahora más de estos casos.
Ya en 2018, 35 de cada 100 niños de entre 5 y 11 años tenían sobrepeso y obesidad, según la encuesta nacional Ensanut, del INEC.
En Guayaquil, por ejemplo, en los últimos 6 meses, el doctor Vladimir Vélez, especialista en Pediatría y Nutrición, ha atendido 97 casos de obesidad y 58 de desnutrición infantil en su consulta, cuando antes de la pandemia estos no llegaban ni a la mitad, dice. De todos los pacientes pediátricos que ha visto, el 27% ha sido por obesidad y el 24%, por desnutrición crónica infantil (DCI).
Vélez, explica “Al hacer el estudio retrospectivo con los pacientes, hay un aumento de la vida sedentaria. Dos, una ingesta a destiempo y desproporcionada de los alimentos. Y tercero, los niños no están liberando la sobrecarga calórica, es decir, los niños no se ejercitan. Esto es un problema que viene de mucho más atrás… Los chicos pasan muchísimo tiempo en sus computadoras o en sus tablets, y se han olvidado de jugar, de brincar, de correr… Me llama mucho la atención el despunte de la obesidad, hoy por hoy está por encima de la desnutrición en sí, el término correcto sería una mal nutrición, porque el niño desnutrido y el niño obeso no están bien nutridos, están mal nutridos”.
Lo mismo le ha ocurrido a la pediatra Sandra Lara Maruri. Ella cuenta que en el tema de desnutrición crónica infantil y con base en el último informe de la semana epidemiológica, “podría haber incrementado incluso un 0,2% (los casos de desnutrición)”. Esto por la falta de acceso a educación y a consultas de prevención desde que se cursa el embarazo (por la pandemia no están acudiendo a las citas).
Ambos recomiendan a los padres mejorar la nutrición, incluir más frutas y vegetales en la alimentación diaria y eliminar productos considerados dañinos o chatarras, como dulces, bebidas gaseosas y snacks. También piden no descuidar los controles médicos.
Lara, expone que“El término desnutrición crónica infantil nos indica la presencia de un paciente menor de cinco años, cuyo indicador de crecimiento —la relación de peso y talla— esté menos de tres desviaciones estándar, de acuerdo con tablas generales de valoración. (Para llegar ahí) tendríamos un paciente ya con un bajo grado de peso, de talla, de índice de masa, hablando de forma muy objetiva ”.
Cuando un niño ya tiene desnutrición crónica aparecen también otros signos visibles y de alerta para los padres, como la piel seca, los edemas o hinchazón, la falta de coloración en el cabello (o tienen varios colores), un cabello frágil. También denota otros problemas asociados con la “anemia que llegan a tener, como una coloración muy pálida en la piel, inapetencia o fala de apetito, retrasos o bajo desarrollo; sobreinfecciones en piel, la mayoría por hongos, y también infecciones intestinales por parasitosis, recurrencias de infecciones respiratorias”, comenta Lara.
Recomendaciones para evitar la desnutrición crónica infantil y otros problemas de salud
- Acceder y realizar los controles de salud prenatales y natales. Ahí recibirá también orientación en salud, como cuidados, nutrición, entre otros.
- Mejorar la nutrición en el hogar, incluir más frutas y vegetales y eliminar alimentos dañinos, como las comidas chatarras y bebidas gaseosas. “No es solo dar carbohidratos vacíos como papa, yuca, verde, arroz, sino también incluir cereales, frutas, vegetales”, dice la pediatra Sandra Lara.
- Darle importancia, invertir y no descuidar los 1.000 días de vida del niño, desde que empieza a desarrollarse en el vientre.
- Lactancia materna, que es el único alimento que recibe el bebé en sus primeros seis meses de vida. No darles coladas en lugar de la leche materna en ese tiempo o cuando son recién nacidos, dicen los médicos. Y mantener la lactancia materna o darle el seno (o pecho), de manera complementaria, hasta los dos años de vida o más, según la recomendación de la OMS.
- A partir de los seis meses se empieza a incluir alimentos en la dieta del bebé, que deben ser nutritivos y acordes a su edad. “No químicos, no alimentos preservantes, sino una dieta balanceada que le proporcione vitaminas, nutrientes y minerales que necesita el bebé”, afirma el pediatra Vladimir Vélez.
- Darle afecto, amor, seguridad al bebé y al niño. Aquello los ayudará en su crecimiento. Y estimular su desarrollo.
Foto cortesía Cristina Vega RHOR