Las insignias de las organizaciones delictivas fueron borradas por los agentes que incursionaron a los barrios donde operan esas bandas. Las marcas son un mensaje para advertir que ellos dominan en la zona, por la venta de droga a pequeña escala. Pero también son una base de operaciones desde donde se planifican los ataques contra otros miembros del crimen organizado.
En el este de Santo Domingo, una zona que comprende de 10 circuitos o barrios de la capital de la provincia tsáchila, los desconocidos salen y entran armados y con bultos sospechosos en motos y carros con vidrios oscuros. Ese territorio, que también tiene la influencia directa de la cárcel Bellavista, por su cercanía, es el más violento en la ciudad.
Dos bandas delictivas se lo disputan de forma permanente y es el epicentro del conflicto que mantiene en zozobra a Santo Domingo de los Tsáchilas, que se ubica como la quinta provincia con la tasa de homicidios más alta del país, con 26 asesinatos por cada 100 000 habitantes, según datos de la Policía Nacional.
La cifra supera a la tasa nacional que es de 20, hasta el 24 de octubre de este año. Incluso los dos principales distritos de Santo Domingo (este/oeste) se ubican entre la decena de más conflictivos escala nacional, según esas cifras.
