El amanecer de este martes 21 de octubre, llegó con una noticia que estremeció los corazones de miles de ecuatorianos: Paulina Tamayo, conocida como La Grande del Ecuador, falleció a los 60 años. Su partida, confirmada por su familia y sus representantes, puso fin a una trayectoria artística que atravesó más de medio siglo y que marcó la identidad sonora del país. Desde las primeras horas del día, las redes sociales se llenaron de mensajes de dolor, recuerdos y homenajes para una voz que no solo interpretó canciones, sino que también encarnó el espíritu y el orgullo nacional.
Nacida en Quito el 14 de abril de 1965, Paulina Tamayo comenzó a cantar cuando aún era una niña. A los siete años ya formaba parte de la compañía del actor Ernesto Albán, una experiencia que la acercó al arte escénico y que forjó su carácter de intérprete apasionada. Muy pronto, su talento natural y su disciplina la llevaron a convertirse en una figura indispensable del folclore ecuatoriano. Su repertorio, formado por pasillos, albazos, valses y sanjuanitos, fue el vehículo con el que difundió la identidad cultural de su país a nivel internacional. En escenarios desde Quito hasta Nueva York, su voz fue el eco de una patria que se reconoce en sus melodías.
Conocida por su potencia vocal y su impecable afinación, Paulina Tamayo grabó decenas de discos y alcanzó popularidad con temas que se volvieron himnos de generaciones: Amor Dolor, Nuestro Secreto, Morena la Ingrata, Parece Mentira y Ecuador en mi Corazón. Cada interpretación suya llevaba una mezcla de nostalgia y orgullo que conmovía al público. En 2016, con motivo de sus 45 años de carrera, llenó el Coliseo General Rumiñahui de Quito con un espectáculo titulado A lo Grande con la Grande, consolidando su estatus como una de las artistas más queridas y respetadas del país.
Durante las últimas décadas, Paulina no solo fue cantante, sino también mentora y defensora de la música nacional. Participó en programas de televisión, festivales, campañas culturales y proyectos educativos, siempre con la misión de preservar los géneros tradicionales. En entrevistas recientes, expresaba su preocupación por el futuro de la música ecuatoriana y animaba a las nuevas generaciones a interpretar con orgullo los ritmos del país. “Mientras haya un ecuatoriano que cante con el corazón, nuestra identidad estará viva”, dijo en su última presentación pública, en junio de 2025, en la ciudad de Cuenca.
La noticia de su fallecimiento causó un profundo impacto en todo el Ecuador. Artistas, políticos y ciudadanos expresaron su pesar a través de mensajes cargados de admiración y gratitud. Su hijo, Willie Tamayo, también cantante, compartió un mensaje que se volvió viral: “Tu voz y tu luz se quedan con nosotros. Fuiste y serás siempre mi maestra y mi ejemplo”.
Aunque aún no se ha emitido un informe médico detallado, allegados confirmaron que la artista padecía desde hace meses complicaciones respiratorias que se habían agudizado recientemente. Pese a su estado de salud, continuaba activa en redes sociales y preparando una gira conmemorativa de sus 50 años de carrera, planeada para 2026. Su disciplina, su amor por el escenario y su compromiso con su público fueron rasgos que mantuvo hasta sus últimos días. Quienes la conocieron coinciden en que Paulina Tamayo no concebía la vida sin cantar, y que su entrega fue total hasta el final.