Una manzana, además de la fibra extra, los flavonoides y el sabor, también contiene 100 millones de bacterias que están contenidas mayoritariamente en su núcleo de modo que quien desecha el corazón de la fruta consumo 10 veces menos bacterias por pieza que quienes toman el fruto entero.
Según un nuevo estudio publicado en la revista ‘Frontiers in Microbiology’ las manzanas orgánicas albergan una comunidad bacteriana más diversa y equilibrada, lo que podría hacerlas más sanas y sabrosas que las manzanas convencionales, así como mejores para el medio ambiente.
«Las bacterias, los hongos y los virus de nuestros alimentos colonizan transitoriamente nuestro intestino -recuerda la autora principal del estudio, la profesora Gabriele Berg, de la Universidad de Tecnología de Graz (Austria)-. Cocinar mata la mayoría de estos, por lo que las frutas y verduras crudas son fuentes particularmente importantes de microbios intestinales».
Para ayudarnos a elegir sabiamente a nuestros colonos de colon, el grupo de Berg analizó el microbioma de una de las frutas favoritas del mundo: la manzana. «En 2018 se cultivaron 83 millones de manzanas y la producción sigue aumentando -señala Berg-. Pero aunque estudios recientes han mapeado su contenido de hongos, se sabe menos sobre las bacterias de las manzanas».
Los investigadores compararon las bacterias en las manzanas convencionales compradas en la tienda con las de las orgánicas frescas. El tallo, la cáscara, la carne, las semillas y el cáliz, el pedacito en el fondo donde solía estar la flor, se analizaron por separado.
En general, las manzanas orgánicas y convencionales estaban ocupadas por un número similar de bacterias. «Al juntar los promedios de cada componente de manzana, estimamos que una manzana típica de 240 gramos contiene aproximadamente 100 millones de bacterias», informa Berg.
La mayoría de las bacterias se encuentran en las semillas, y la carne representa la mayor parte del resto. Entonces, si descartas el núcleo su ingesta cae a cerca de 10 millones. La pregunta es: ¿son estas bacterias buenas para ti? Cuando se trata de salud intestinal, la variedad es la sal de la vida, y en este sentido, las manzanas orgánicas parecen tener la ventaja.
«Las manzanas recién cosechadas y manejadas orgánicamente albergan una comunidad bacteriana significativamente más diversa, más uniforme y distinta, en comparación con las convencionales -explica Berg-. Se espera que esta variedad y equilibrio limiten el crecimiento excesivo de cualquier especie, y estudios anteriores han informado una correlación negativa entre la abundancia de patógenos humanos y la diversidad microbiana de los productos frescos».
Grupos específicos de bacterias conocidas por su potencial para afectar la salud también pesaron a favor de las manzanas orgánicas. «La ‘Escherichia-Shigella’, un grupo de bacterias que incluye patógenos conocidos, se encontró en la mayoría de las muestras de manzanas convencionales, pero no en las manzanas orgánicas. En el caso de los ‘Lactobacilli’ beneficiosos de fama probiótica sucedió lo contrario».
«La metilobacteria, conocida por mejorar la biosíntesis de los compuestos con sabor a fresa, fue significativamente más abundante en manzanas orgánicas; aquí especialmente en muestras de cáscara y carne, que en general tenían una microbiota más diversa que las semillas, el tallo o el cáliz», añade.
Los resultados reflejan los hallazgos sobre las comunidades de hongos en las manzanas. «Nuestros resultados concuerdan notablemente con un estudio reciente sobre la comunidad de hongos asociados con la fruta de la manzana, que reveló la especificidad de las variedades de hongos a diferentes tejidos y prácticas de manejo», comenta Birgit Wasserman, protegido de Berg y autor principal del estudio. Juntos, los estudios muestran que, a través de bacterias y hongos, el microbioma de la manzana es más diverso en las frutas cultivadas orgánicamente.
«Los perfiles de microbioma y antioxidantes de los productos frescos pueden convertirse algún día en información nutricional estándar, mostrada junto con los macronutrientes, vitaminas y minerales para guiar a los consumidores –sugiere Wasserman–. Aquí, un paso clave será confirmar hasta qué punto la diversidad en el microbioma de los alimentos se traduce en diversidad microbiana intestinal y mejores resultados de salud».
Fuente: El Universo