Nueva Zelanda, que ha practicado uno de los enfoques más duros del mundo para combatir la propagación del COVID-19, anunció que el país está abandonando la estrategia de contagio cero del coronavirus.
La táctica de infección cero de COVID-19, también utilizada en China y Taiwán, incluye un aislamiento estricto incluso cuando se detectan una o más infecciones y pruebas exhaustivas, fronteras estrictamente controladas o cerradas, así como sistemas robustos de rastreo de contactos y cuarentenas obligatorias.
En agosto, la primera ministra Jacinda Ardern impuso el bloqueo en el país después de que Auckland informara del único caso de coronavirus causado por la cepa Delta.
Fue el primer caso de coronavirus en el país en seis meses. El ministerio de Salud local dijo más tarde que tres personas se infectaron al abrir simultáneamente las puertas del Centro de Cuarentena de Auckland durante tres a cinco segundos.
El 17 de agosto, el país introdujo el cuarto nivel más alto de autoaislamiento. Más tarde, en la mayor parte de Nueva Zelanda, se redujo al segundo nivel, pero en Auckland, un bloqueo duro duró más de un mes. Sin embargo, el número de infecciones en la ciudad ha aumentado a más de 1300. Se han encontrado varios casos fuera de Auckland.
“Durante este brote, los largos períodos de estrictas restricciones no nos han llevado a cero casos, pero es normal. Aislar el virus fue importante porque no teníamos vacunas. Ahora los tenemos, por lo que podemos aflojar las restricciones”, dijo Ardern.
Según el plan anunciado por Ardern, los residentes de Auckland podrán reunirse al aire libre con sus seres queridos de la misma familia, reabrirán los centros para niños pequeños y la gente podrá ir a la playa. Aún no se ha determinado el momento de la apertura gradual de las tiendas minoristas ni de los bares y restaurantes.
El enfoque del gobierno para erradicar el virus ha sido ampliamente apoyado por los neozelandeses, pero recientemente ha comenzado a ser criticado. Durante el pasado fin de semana, cientos de personas se manifestaron para protestar por el aislamiento.
En septiembre, se abandonó la política de cero COVID-19 en Australia. Melbourne también introdujo un aislamiento estricto en el pasado, lo que provocó numerosas protestas.
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