Hace tres semanas, el aborigen adolescente Cassius Turvey caminaba en compañía de amigos hacia su casa desde su escuela en Perth (en el occidente de Australia) cuando un extraño supuestamente se les acercó en un vehículo todoterreno y les dijo que salieran corriendo.
Lo que sucedió después ha conmocionado a Australia y planteado difíciles cuestionamientos, según muchos, sobre el racismo generalizado en el país.
Los pasajeros del vehículo supuestamente persiguieron a los jóvenes aborígenes -quienes vestían uniforme escolar- antes de que dos de ellos fueran violentamente atacados.
Una de las víctimas era un joven de 13 años que ya estaba lesionado y los atacantes usaron sus muletas para golpearlo, dejándolo con moretones en la cara, según las autoridades. La otra era Cassius, de 15 años, que la policía cree que fue atacado con una vara metálica.
El joven de la etnia aborigen Noongar Yamati murió 10 días después, tras sufrir convulsiones y dos apoplejías causadas por las graves lesiones a su cabeza.
Un hombre blanco de 21 años, Jack Steven James Brearley, ha sido acusado de asesinar a Cassius y de atacar al otro chico. La policía no ha descartado imponer más cargos contra Brearley o contra otras personas.
Aumenta la indignación
La policía del estado de Australia Occidental sospecha que se puede tratar de un posible ataqueen venganza por el daño que el auto de Brearley había sufrido el día anterior.
Sin embargo, no hay nada que sugiera que Cassius y sus amigos hubieran estado involucrados en ese incidente, según la policía, ni indicación alguna de que conocían a sus supuestos atacantes.
Los agentes están investigando declaraciones de que los jóvenes fueron abusados racialmente antes del ataque, pero el comisario de la policía, Col Blanch, pidió a la comunidad no especular sobre un motivo ni «sacar conclusiones apresuradas».
«Podría tratarse de un caso de identidad equivocada, podría ser un caso de estar en un lugar equivocado a la hora equivocada», expresó a una estación de radio en Perth, la semana pasada. Pero otros -incluyendo el primer ministro Anthony Albanese- han afirmado que el ataque fue «claramente» racialmente motivado.
Los líderes de la comunidad Noongar escribieron una carta abierta en la que expresaron: «Cassius no se encontraba ‘en un lugar equivocado a la hora equivocada’. Estaba en su uniforme escolar con sus amigos en plena luz del día».
Desde entonces, el comisario Blanch ha lamentado haber usado esa expresión, que ha sido ampliamente criticada.
No obstante, la muerte ha generado una respuesta de dolor e indignación. Miles de personas han participado en vigilias conmemorando a Cassius en más de una veintena de lugares por toda Australia, con eventos realizados también en Estados Unidos y Nueva Zelanda.
Incluso antes del supuesto ataque, las comunidades indígenas temían por sus menores, según Emily Farmer. Su hijo se encontraba entre los que caminaban a casa con Cassius.
«Siempre le he dicho [a mi hijo]: »Eres un niño indígena -te van a mirar y pensar todas estas cosas horrorosas. Simplemente trata de pasar desapercibido'», le contó al programa The Point, de la Televisión Indígena Nacional. «Odio el hecho que tuve que explicarle eso a mi hijo a esta edad».
Foto cortesía