Las 68 personas detenidas durante el operativo Apolo 13 (la intervención contra la delincuencia llevada a cabo en el suroeste de Guayaquil con la participación de Erik Prince, fundador de Blackwater), fueron liberadas tras la incapacidad de las autoridades para presentar cargos formales. El operativo, que tuvo lugar en la madrugada del sábado 5 de abril, incluyó allanamientos coordinados en diez viviendas y cuatro presuntos centros de rehabilitación utilizados por grupos criminales para detener y obligar a personas a incurrir en actividades de extorsión.
Según el ministro del Interior, John Reimberg, el operativo se dirigió contra el grupo criminal Freddy Krueger, considerado responsable de múltiples delitos, como extorsión, secuestro, narcotráfico y robo de vehículos y piezas de motocicletas. La Policía Nacional informó el descubrimiento de 40 personas confinadas en habitaciones cerradas en clínicas no autorizadas, presuntamente por negarse a participar en actos delictivos. Reimberg enfatizó la importancia del operativo para desmantelar las redes de detención ilegal y extorsión.
El general Pablo Dávila, comandante de la Zona 8, explicó que de las 68 personas detenidas, 66 fueron retenidas para verificación de identidad. De estos, siete tenían antecedentes penales por delitos graves, incluyendo asesinato y delitos relacionados con drogas. Dos personas más tenían órdenes de captura activas, una por robo y otra por violación, lo que sugiere la presencia de perfiles de alto riesgo entre los detenidos.
El operativo condujo a la incautación de 15 armas de fuego, dos vehículos robados, dos triciclos robados, nueve motocicletas, 13 radios, chalecos antibalas, placas robadas y una cantidad significativa de sustancias controladas. A pesar de estos hallazgos, la gran mayoría de los detenidos no fueron acusados de ningún delito específico y fueron devueltos a sus familias, lo que plantea interrogantes sobre la preparación y los resultados legales del operativo.
Mientras el gobierno continúa su ofensiva contra el crimen organizado, la liberación de todos los detenidos pone de relieve las deficiencias en el procedimiento penal y el respaldo probatorio. Por otro lado, la participación de Erik Prince en los asuntos de seguridad ecuatorianos añade una dimensión internacional a la lucha interna del país contra la violencia y la corrupción.