Mediante el Decreto Ejecutivo 120, el presidente Daniel Noboa nombró oficialmente a Inty Andrés Grønneberg como nuevo embajador de Ecuador en el Reino de Suecia. La designación sorprendió positivamente al ámbito diplomático y académico, pues se trataba de un perfil con una fuerte trayectoria en ciencia, tecnología e innovación, más allá de la política tradicional.
Grønneberg llegó al cargo tras una carrera marcada por la investigación y el emprendimiento. Formado como ingeniero mecánico en la ESPE, con una maestría en Procesos de Fabricación en la Universidad de Greenwich y un doctorado en Ecosistemas de Innovación en el Imperial College London, consolidó un camino internacional que lo posicionó como referente en sostenibilidad. En el sector privado fundó Ichthion, empresa dedicada a combatir la contaminación plástica en los ríos y mares, y participó activamente en proyectos de economía circular y transición energética.
Tras conocerse el decreto, Grønneberg expresó que su principal compromiso como embajador sería abrir nuevas rutas de cooperación entre Ecuador y los países nórdicos. Destacó que su prioridad consistía en generar espacios de intercambio cultural, promover la transferencia tecnológica y atraer inversión extranjera hacia proyectos de energías limpias, innovación y ciencia aplicada.
En sus primeras declaraciones oficiales, subrayó que Suecia y sus vecinos nórdicos representaban aliados estratégicos para Ecuador, no solo en términos de comercio sino también en la construcción de políticas ambientales avanzadas. Enfatizó que su gestión buscaría traducir esas alianzas en beneficios concretos para la población, con impacto directo en la protección de ecosistemas sensibles como Galápagos, la Amazonía y los ríos andinos.
La agenda que presentó combinó la proyección cultural del país con el impulso a iniciativas científicas y tecnológicas. Grønneberg planteó que Ecuador debía elevar su presencia internacional a través de la innovación y la sostenibilidad, reforzando un modelo de diplomacia que conectara la ciencia con las oportunidades de desarrollo.
Su nombramiento fue recibido como un reconocimiento a su trayectoria y a su firme compromiso con la causa ambiental. En distintos foros, ya se lo identificaba como un puente entre la investigación académica, el emprendimiento tecnológico y las políticas públicas orientadas al bien común, un perfil poco frecuente en la diplomacia ecuatoriana.
De esta forma, Inty Grønneberg asumió la representación de Ecuador en Suecia con la convicción de que la ciencia, la cultura y la innovación podían convertirse en los motores de una diplomacia moderna, destinada a fortalecer las alianzas internacionales y a traducirlas en soluciones tangibles para el país.