La caída del precio del petróleo tiene un doble efecto. Por un lado, favorece a los consumidores con una reducción en los precios de gasolinas y diésel; pero por otro, afecta al fisco, que percibirá menos ingresos para financiar el gasto público. El precio del crudo ecuatoriano cerró el 17 de octubre de 2025 en USD 52 por barril, USD 10 menos de lo requerido por el Gobierno.
La disminución responde al mercado internacional, influido por la baja del West Texas Intermediate (WTI), que cerró en USD 57,54 por barril. La Agencia Internacional de Energía anticipó un exceso de oferta global hacia 2026 y EE. UU. reportó inventarios récord, lo que presionó aún más los precios. Estas condiciones afectaron directamente al crudo ecuatoriano, que se vende con descuento frente al WTI debido a sus características.
El Gobierno estableció un precio referencial de USD 62 por barril para 2025, pero el promedio ha estado por debajo durante el año. Esto implica menores ingresos por exportaciones y una presión creciente sobre las finanzas públicas. Factores geopolíticos, como posibles cambios en la política energética entre EE. UU. y Rusia, también añaden incertidumbre.
Además, el escenario petrolero ya mostraba debilidad: Finanzas redujo las previsiones de precio y producción nacional para los próximos años. La menor producción y precios más bajos han reducido los ingresos netos petroleros en USD 204 millones frente a 2024. A esto se suma la paralización de la Refinería de Esmeraldas.
Finalmente, los consumidores sentirán la baja de precios en gasolinas Extra, Ecopaís y Súper, cuyos precios son liberados o parcialmente liberados. El diésel, que actualmente cuesta USD 2,80 por galón tras la eliminación del subsidio, ajustará su precio según el mercado internacional a partir del 11 de diciembre de 2025, con márgenes mensuales de variación controlados.
Fuente: cortesías
