En Ecuador, las redes sociales TikTok y X (anteriormente Twitter) se han convertido en las principales herramientas de campaña para los candidatos a la presidencia. A medida que se acercan las elecciones, los aspirantes a la presidencia están utilizando estas plataformas para conectar con los votantes, especialmente con las generaciones más jóvenes. Esta tendencia ha transformado la forma en que se lleva a cabo la política en el país, alejándose de las tradicionales tarimas y mítines.
El uso de TikTok ha crecido significativamente desde su popularidad durante la pandemia de COVID-19 en 2020. Los candidatos han encontrado en esta red social una manera efectiva de difundir sus mensajes y propuestas a través de contenido dinámico y atractivo. Sin embargo, muchos expertos advierten que el contenido compartido en estas plataformas a menudo carece de profundidad y se centra más en el entretenimiento que en las políticas serias.
Además, la viralidad de los videos en TikTok puede tener un impacto considerable en la percepción pública de los candidatos. Un solo video puede alcanzar a miles de personas en poco tiempo, lo que puede ser tanto una ventaja como un riesgo. Si un influencer o un candidato comparte información errónea, esto podría generar confusión y desinformación entre los votantes, similar a lo que ocurre en otras redes sociales.
Los analistas políticos han señalado que, aunque estas plataformas ofrecen nuevas oportunidades para la comunicación política, también presentan desafíos. La superficialidad de muchos contenidos puede dificultar que los votantes comprendan las propuestas reales de los candidatos. Por lo tanto, es crucial que los aspirantes a la presidencia encuentren un equilibrio entre el entretenimiento y la información sustantiva.
TikTok y X están redefiniendo el panorama electoral en Ecuador, permitiendo a los candidatos llegar a un público más amplio y diverso. Sin embargo, la efectividad de estas estrategias dependerá de su capacidad para comunicar mensajes claros y relevantes, evitando caer en la trampa de la desinformación y el contenido superficial.
Foto cortesía